En esta localidad mexicana de suelos muy pobres, con ayuda de tractores que trituran la roca y un innovador paquete tecnológico, se producen granos y otros cultivos con buenos rendimientos.
San José, Costa Rica, 13 de febrero, 2012 (IICA). En la península mexicana de Yucatán, gracias a una tecnología única, suelos pedregosos y altamente alcalinos están produciendo granos y otros cultivos con altos rendimientos. “Se trata de un proyecto con interesante potencial ante los retos de la seguridad alimentaria”, comentó, luego de visitarlo, Víctor M. Villalobos, Director General de Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
Acompañado por el Representante del IICA en México, Gino Buzzetti, Villalobos estuvo este mes de febrero en el proyecto Enerall, ubicado en la localidad yucateca de Tizimin, una zona donde las condiciones del suelo hacen prácticamente imposible la práctica de una agricultura convencional y mecanizada.
El paquete tecnológico consiste en moler mecánicamente la piedra superficial y crear un sustrato al que se le incorpora materia orgánica (vegetación proveniente básicamente de matorrales); a ese sustrato se le inoculan micro-organismos benéficos y se le aplican sistemas de riego, generándose condiciones que permiten establecer cultivos comercialmente competitivos como maíz, sorgo dulce, caña de azúcar, soya, jatropha e higuerilla.
El proyecto tiene cuatro años y ha ido habilitando una superficie de cultivo de aproximadamente 800 hectáreas; a la fecha, se han establecido cuatro ciclos agrícolas en maíz que han demostrado ser altamente productivos.
Villalobos explicó que el proceso de mejora del suelo es progresivo y los rendimientos aumentan a partir de la incorporación de los residuos de la cosecha. “Por ejemplo, después de cuatro ciclos de maíz, estos alcanzan 7 t/h y hasta 120 en el caso de la caña de azúcar. El control de plagas y de enfermedades se da bajo un sistema integrado utilizando agroquímicos y control biológico; también hay un eficiente control de malezas por aplicación de herbicidas”.
Los costos por ahora son altos, pero se pueden abatir significativamente si se incorporan superficies superiores a las 100 mil hectáreas y se alcanzan economías de escala.
A juicio del Director General del IICA, este tipo de innovación, orientada a garantizar la seguridad alimentaria y el manejo sustentable de la agricultura, es atractiva para muchos países latinoamericanos o caribeños con zonas de suelos similares destinados, si acaso, a una ganadería precaria.
Advirtió, sin embargo, que para que estas iniciativas sean comercialmente viables deben existir políticas que involucren a los sectores público y privado, a la banca y a los propietarios de los precios, en una estrategia de negocio y de responsabilidad económica, social y ambiental.
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