El aumento en el precio de los hidrocarburos, la disminución del volumen de ciertas importaciones japonesas y el eventual efecto nuclear en las exportaciones fueron parte de los problemas analizados.
San José, Costa Rica, 29 de marzo, 2011 (IICA). El efecto dominó que experimenta Medio Oriente y que se ha manifestado en diversos conflictos políticos en países como Egipto, Libia, Bahrain y Yemen podría afectar el precio de los hidrocarburos y generar impactos asociados en los alimentos en todo el mundo: ambos irán a la alza.
Este análisis del efecto en la agricultura de las Américas que pueden originar los conflictos en Medio Oriente y el terremoto y tsunami en Japón fue realizado por diversos expertos del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) en un foro en el que también se informó sobre el Outlook 2011, una prospección de la agricultura para los próximos 20 años que dio a conocer recientemente el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés).
En la actualidad, Libia se encuentra en la mira del mundo ante la tensión que experimenta por los enfrentamientos entre rebeldes y simpatizantes del presidente Muammar Gaddafi, situación que ha afectado, asimismo, el suministro de petróleo. No obstante, según señaló el Gerente del Centro de Análisis Estratégico para la Agricultura del IICA, Rafael Trejos, Libia no es considerado un gran exportador de petróleo, por lo que el impacto ha sido menor.
“El problema real es si este efecto dominó impacta países como Arabia Saudita –uno de los grandes productores de hidrocarburos en el mundo— donde ya se empiezan a ver movimientos que piden reivindicaciones políticas y democráticas. Si el conflicto se agudiza y el abastecimiento de petróleo escasea, aunado a una mayor demanda por Japón, el barril de crudo podría llegar a los US$200 a final de año”, dijo Trejos.
El aumento del petróleo producirá, indiscutiblemente, alzas en los precios del transporte, de los fertilizantes y otros insumos agrícolas, lo que afectará directamente el valor de los alimentos, que ya registra tasas superiores a las de la crisis del 2008, según manifestó el Gerente del Programa de Agronegocios y Comercialización del IICA, Miguel García.
Tal situación vuelca la mirada hacia los biocombustibles, que se proyectan como la solución para evitar que el aumento del precio del petróleo afecte a los países importadores.
La producción de biocombustibles propiciaría esa independencia energética, pero al mismo tiempo generaría un aumento en el precio de cultivos como el maíz y la caña de azúcar –que se utilizan tanto para el consumo humano, como para la fabricación de combustibles—, por lo que se recomendó que las políticas sobre biocombustibles sean analizadan a la luz de la seguridad alimentaria.
El dominó japonés
Los expertos del IICA coinciden en que el impacto en la agricultura de los desastres ocurridos en Japón el pasado 11 de marzo es la incertidumbre, la cual repercute en el precio de los alimentos.
Tal como explicó el especialista en Políticas y Negociaciones Comerciales del IICA, Joaquín Arias, la incertidumbre impacta la inversión lo que a su vez afecta la producción agrícola, generando bajas en las reservas y, por consiguiente, aumentos en los precios de los alimentos.
Si bien la producción de arroz en Japón no se ha visto gravemente afectada por el tsunami, no se descarta un aumento en las importaciones del cultivo, donde también se suman el petróleo y el gas, situación que beneficiaría a los países productores de estos bienes.
Por otro lado, las necesidades financieras derivadas de la reconstrucción del país asiático podrían afectar negativamente la importación de otros cultivos, como la soya, el maíz y la carne, con fuertes consecuencias para los países productores. Japón es el principal importador de soya y el tercero de maíz a nivel mundial.
Japón se especializa en la producción pesquera y como país exportador el principal riesgo que enfrenta es la amenaza nuclear, que de no controlarse afectaría no solo a Japón sino a los países vecinos que dependen de esta producción. También una contaminación de los alimentos y del agua potable por radiación obligaría a una mayor importación por parte del país del sol naciente.
La contaminación del agua y la deforestación que implicaría la reconstrucción de las típicas casas de madera del país también se señalaron como posibles consecuencias de los recientes desastres en Japón.
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