Entrevista
Tomás Abadía: “La alianza entre la UE y el IICA conlleva beneficios mutuos”
Tomás Abadía es abogado de formación, con estudios de postgrado en política internacional en las universidades de Burdeos y Londres, además de excelente conocedor de la Unión Europea.
Entrevista
Tomás Abadía: “La alianza entre la UE y el IICA conlleva beneficios mutuos”
Tomás Abadía es abogado de formación, con estudios de postgrado en política internacional en las universidades de Burdeos y Londres, además de excelente conocedor de la Unión Europea.
Se desempeñó como diplomático y funcionario europeo durante 25 años, principalmente en las Direcciones OCDE, GATT y América Latina. En 1989 ingresó en la Dirección General de Relaciones Exteriores de la Unión Europea. Entre 2003 y 2007, asumió el cargo de jefe de delegación de la Comisión Europea para Costa Rica y Panamá. También, ha estado al frente de proyectos de cooperación en el sector de la salud y en la creación de centros de biotecnología en Brasil y Costa Rica (Cenibiot).
¿Cuáles son los principales retos que enfrenta la agenda birregional entre América Latina y la UE en el ámbito de cooperación al desarrollo agrícola?
La agricultora ocupa un lugar prioritario en la cooperación al desarrollo de la UE para América Latina.
Teniendo en cuenta que la superficie agrícola en latinoamérica tiene proporciones gigantes, y que el 35% de la población vive en el umbral de la pobreza, el desarrollo rural es clave para asegurar la cohesión social y la seguridad alimentaria. Otro desafío importante es garantizar condiciones sanitarias y fitosanitarias respetuosas con el medio ambiente y la salud pública, con el fin de impulsar el comercio y la inversión.
América Latina y Europa han demostrado su visión común por el desarrollo sostenible y un firme convencimiento del multilateralismo. Estos esfuerzos conjuntos, ¿en qué resultados han revertido a la fecha en relación al desarrollo sostenible de la agricultura?
En el marco del diálogo político del Grupo de Río y la Unión Europea iniciado con el Convenio de Roma, se negociaron los acuerdos de la Ronda de Uruguay y de Asociación Unión Europea/América Central, que abrieron nuevas posibilidades en el desarrollo sostenible de la agricultura en el sector del banano, el azúcar o la piña. También, tenemos disposición a cerrar acuerdos con Mercosur, que sin lugar a dudas afectará positivamente a las corrientes comerciales agrícolas.
En el contexto de la Agenda 2030, la UE movilizará 100 billones de euros por año hasta el 2025 en favor de la lucha contra el hambre y el cambio climático.
América Latina enfrenta importantes desafíos de los que depende el desarrollo sostenible. ¿En qué medida una política de cooperación al desarrollo con Europafavorecerá un futuro inclusivo, sostenible y resiliente para las personas y el agro?
El cambio climático afecta dramáticamente en muchos lugares de las Américas. La deforestación, la contaminación de las aguas o la pérdida de la biodiversidad impactan negativamente en los sectores más pobres de la población. Programas como Euroclima o Eurosolas han contribuido al desarrollo en muchos lugares.
También nos interesa conservar el Amazonas, donde el avance en el cultivo de la soja está creando problemas medioambientales. Como respuesta, hemos ejecutado proyectos ambiciosos para la protección de las selvas tropicales, como el PPG7.
Por otra parte, en algunos países, existen diferencias de género en lo que ataña a salarios, conciliación familiar, acceso al crédito o a herencia de tierras. Ello, a pesar de que la mujer ejerce un papel esencial en la nutrición de los niños y niñas, en cuyas manos está el porvenir de la región. En consecuencia, es urgente concentrarnos en la promoción de la mujer rural y formular políticas inclusivas.
¿Cómo puede ayudar el trabajo de la Comisión Europea a consolidar a América Latina como potencia mundial agrícola?
América Latina es líder en diferentes sectores: carne, pollo, cereales, banano, verduras, etc.Según la FAO, en 2050 representará el 30% de la producción agrícola mundial. No es de extrañar, pues solo en Brasil existen más de 70 millones de hectáreas disponibles para el cultivo. Con un total de 500 millones de consumidores, el mercado latinoamericano es prácticamente igual al europeo.
Las políticas que desarrollen los gobiernos de América Latina y el Caribe, a quienes IICA presta una asistencia técnica excelente, serán fundamentales para asegurar la prosperidad del campo. Igualmente, la innovación tecnológica para la producción de alimentos jugará un papel esencial.
En este panorama, la Comisión Europea seguirá facilitandoapoyo al sector y a los tomadores de decisión.
¿De qué manera la OPE puede ayudar a la Unión Europea a establecer relaciones estratégicas con los actores del campo de América Latina?
El IICA se ha consolidado como una red de redes, capaz de movilizar a las instancias del agro. Esto, sin duda, abre una ventana de oportunidades para la UE: diseñar un mapa de socios claves, a la vez que introducir de manera eficaz en sus planes de cooperación los intereses y las tendencias latinoamericanos. Estoy convencido de que el IICA se erige como un puente de diálogo entre países y regiones.
Por otra parte, para la OPE, también resultará un extraordinario aporte relacionamiento con los organismos europeos pertinentes: la Dirección General (DG) de Agricultura, la DG de Desarrollo, el Servicio Europeo de Acción Exterior, la DG de Ciencia y Tecnología, y la DG de Salud.
Así pues, los beneficios serán mutuos, tanto a este lado del océano como al otro.
¿Qué experiencias latinoamericanas en materia de innovación agrícola y fortalecimiento de jóvenes agricultores pueden resultar un aprendizaje para Europa? Y, en la otra dirección, ¿qué lecciones tiene Europa para mostrar?
En América Latina existe una masa crítica importante de jóvenes agricultores, mientras que el relevo generacional y el progresivo envejecimiento de la población europea pone en tela de juicio la sostenibilidad de determinadas actividades agrícolas.
En Europa elaboramos la Política Agraria Común (PAC), en vista a afianzar la seguridad alimentaria y la independencia de las grandes potencias. Fruto de esta política, se han creado numerosos programas para estimular a los jóvenes agricultores a través de pagos directos, así como proyectos de desarrollo rural y programas tecnológicos dirigidos a menores de 35 años. En la reforma de la PAC será necesario apoyar de manera particular a los jóvenes productores y a las pequeñas y medianas empresas (PYMES); al mismo tiempo que fomentar el acceso a las tierras, la financiación, la formación, la capacitación y la innovación.