Especialistas piden acciones multisectoriales e interdisciplinarias para la construcción de un nuevo modelo de producción que atiendan las lecciones de pandemias como el COVID-19, con el enfoque de Una Salud.
Ciudad de México, 16 agosto, 2021 (IICA).- La salud humana, animal y ambiental están interrelacionadas, como lo ha demostrado el COVID-19, y se ven amenazadas por el cambio climático, la pérdida de la biodiversidad, de los ecosistemas y los modelos de producción, por lo que se requiere una colaboración multidisciplinaria y multisectorial que proponga un nuevo sistema alimentario global con enfoques preventivos de salud, coincidieron en señalar expertos.
Durante el foro Una Salud, contribuyendo para un mundo mejor preparado, organizado por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), expertos en temas ambientales y salud destacaron que las pandemias no son un fenómeno nuevo y que el futuro del planeta requiere de un esfuerzo colaborativo para atender las crisis de salud humana, animal y ambiental.
En la inauguración del foro, Diego Montenegro, Representante del IICA en México, consideró que el mundo corre el riesgo de nuevas pandemias si no cambiamos la forma en la que nos relacionamos con la naturaleza.
Recordó que las crisis sanitarias recientes han revelado cómo presumiblemente un evento sanitario inicialmente de origen animal, pudo representar una severa amenaza mundial para la salud pública, con consecuencias globales en la economía, en el medio ambiente y en la sociedad.
Julio Frenk, Rector de la Universidad de Miami, explicó que las pandemias han acompañado a la humanidad desde sus orígenes, pero el COVID-19 ha registrado una velocidad e intensidad inusual en el tráfico microbiano, y en llegar a todo el planeta.
Mencionó que el COVID-19 deja cinco macro lecciones que obligan a estar preparados para superar el falso dilema entre la salud pública y las metas económicas: la desigualdad social, pues la pandemia por el virus SARS-Cov-2 afecta de manera desproporcionada a los grupos de menores recursos; contar con liderazgos para dar una respuesta adecuada a las amenazas de salud pública; trabajar para alcanzar una salud óptima tanto en los humanos, como en la biodiversidad; atender los problemas globales con soluciones globales, lo que obliga al relanzamiento del multilateralismo y a una mayor eficacia interdisciplinaria.
“Debemos de aprender de las lecciones y movernos no hacia una nueva, sino hacia una mejor normalidad”, agregó.
Julia Carabias, Bióloga e Investigadora del Colegio Nacional y de la Universidad Nacional Autónoma de México, habló de ecosistemas y de la problemática ambiental mundial, en la que los modelos de producción han provocado procesos de disrupción con la naturaleza, sin incorporar criterios ambientales y de salud.
“La pandemia del coronavirus, ha puesto en evidencia la fragilidad de la sociedad y la mala relación con la naturaleza, por lo que hay que tomar en cuenta la recuperación y cuidado de los ecosistemas con enfoque preventivo a la salud”, dijo.
Carabias mencionó la necesidad de construir un nuevo sistema alimentario global y sistemas alimentarios adecuados que deben analizar de forma integral cambios ambientales en el contexto de la salud humana y del cuidado de la biodiversidad, que sean más incluyentes y justos en lo económico y social.
Consideró que la estrategia a seguir debe ser la conservación y mayor protección de áreas naturales, contar con un manejo adecuado de la fauna, fortalecer las capacidades de pobladores, organizaciones e instituciones y crear una mejor interacción intergubernamental para que se cumplan con los objetivos trazados.
José Sarukhan, Coordinador Nacional de la Comisión Nacional para la Biodiversidad (CONABIO), abordó el tema Biodiversidad y Agricultura: el punto medio, y destacó que uno de los principales problemas es la pérdida de la biodiversidad biológica, es decir de los ecosistemas.
“La perturbación de sistemas ecológicos son los responsables de las zoonosis y contagios de patógenos en las personas, y la mala alimentación y la mala forma de producir alimentos acaba con la diversidad del planeta”, expresó.
Señaló que la agricultura altamente tecnificada se ve como una solución, pero se ha demostrado que la viabilidad no es posible por sus altos costos, entre otras cosas, por lo que hay que regresar a la producción menos industrializada, menos monetarizada, menos financiable, es decir, al proceso natural de la producción.
Es necesario, indicó, tener una producción de alimentos más eficientes y más sanos, dar más atención a los campesinos tradicionales que han visto menospreciado su bajo rendimiento de producción, y darles valor y reconocimiento por ser los preservadores de los granos y semillas en el país.
Destacó la importancia de contar con políticas públicas concatenadas para que los campesinos obtengan un modus vivendi de su trabajo, con estímulos a la productividad basados en técnicas agroecológicas, que orienten y estimulen una industria alimentaria con productos nacionales de fácil preparación en las cocinas.
Debemos usar nuestros patrimonios biológicos y de diversidad étnica que integren una salud ambiental, lo cual se verá reflejado en la salud humana.
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