Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura

Agricultura Desarrollo rural Inclusión Juventud rural

Akiesha Fergus y Ryan Khadou, una joven pareja que, desde Saint Kitts and Nevis, demuestra que la producción rural puede ser una gran opción para las nuevas generaciones, son reconocidos por el IICA como Líderes de la Ruralidad de las Américas

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Akiesha Fergus y Ryan Khadou, una joven pareja que, desde Saint Kitts and Nevis, demuestra que la producción rural puede ser una gran opción para las nuevas generaciones, son reconocidos por el IICA como Líderes de la Ruralidad de las Américas

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Akiesha Fergus y Ryan Khadou

San José, 7 de mayo de 2025 (IICA) – Los emprendedores Akiesha Fergus y Ryan Khadou, una pareja de jóvenes apasionados por el campo que confirma desde Saint Kitts and Nevis que la producción agrícola puede ser una gran opción de vida para las nuevas generaciones, fueron distinguidos como Líderes de la Ruralidad de las Américas por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).

Para Akiesha, todo comenzó con una tienda de smoothies (batidos de frutas y verduras) en una zona rural de la isla caribeña de Nevis. Allí funciona desde 2019 su local KL Blends, que tiene entre sus principales clientes a los alumnos de la Medical University of the Americas, estudiantes que -cuenta- «aman el hecho de que pueden mantenerse sanos lejos de casa», consumiendo sus famosos licuados, y son conscientes de que «un cerebro sano es un buen cerebro».

Su alma de emprendedora le hizo notar que sus ingresos podían aumentar de manera importante si ampliaba el alcance de su cadena de negocios. Teniendo en cuenta que sus principales insumos, las frutas, las verduras y las hortalizas que pone en sus batidoras, suelen alcanzar precios altos dependiendo de las estaciones, ¿por qué no dedicarse a producirlos?

La idea de moverse al inicio del ciclo natural que lleva desde la tierra hasta los batidos cobró un fuerte impulso a causa de la pandemia de COVID, que la obligó a cerrar temporalmente su tienda.

Alejada obligatoriamente por varios meses de su negocio, Akiesha, actualmente de 30 años, se puso al frente de una finca de dos acres (que pueden ser más en el futuro cercano, adelantó), donde comenzó cultivando junto a su pareja, Ryan, de 33 años, bananas, sandías y espinacas. Ahora, las plantaciones incluyen también okra (también conocido como quimbombó), piñas, pimientos, calabazas y melones. Siempre «con el mismo concepto», subraya: contar con productos de buena calidad para su tienda de licuados, reabierta después del coronavirus y gozando de buena salud.

La conciencia orgánica que acompaña a Akiesha desde hace muchos años, puso a la pareja en el camino justo hacia este presente de círculo virtuoso de producción de cultivos, defensa del ambiente y comercialización de los batidos saludables

La apuesta de Akiesha y Ryan (orgullosos padres del pequeño Lyon) por el cultivo de frutas y verduras los convirtió en una verdadera pareja rural, una condición que exhiben con alegría y gran entusiasmo. La mayoría de los jóvenes no se dedica a la agricultura, reconoce Khadou, «pero para nosotros es una necesidad».

Trabajar en el campo, dice Ryan, puede no ser tan flashy (ostentoso o llamativo) como ser banquero, mecánico, barman «y otros empleos que requieren vestirse con ropas lindas». Además, son labores duras que, a menudo, involucran complejos procesos de ensayo y error. «No creo que a todos les gusten los ‘dolores de crecimiento’ que se atraviesan en la vida del campo», afirma.

Esa, apunta la emprendedora de Nevis, es una de las principales razones por las que mucha gente joven no se vuelca a la producción rural. «Pero la agricultura es hermosa -exclama durante la entrevista-, es maravilloso ver cómo una semilla se convierte en una pequeña planta, y luego aparece una flor y se empieza a ver la fruta… es asombroso» ser testigo de esos pequeños y continuos milagros de la naturaleza.

También resulta fascinante «entender que cuando se ponen los nutrientes en la tierra, cuando se cosecha el alimento y cuando se lo consume, esas sustancias nutritivas terminan entrando en nuestros cuerpos -remarca Akiesha-. Me hace sentir bien ser una agricultora, porque sé que estoy brindando nutrientes a otras personas cuando ellos comen los productos de mi finca».

Ryan, que nació en Antigua y Barbuda y de pequeño vivió en la finca de uno de sus abuelos, resume que, conocer a Akiesha y juntos salir a trabajar en el campo, «para mí fue definitivamente una oportunidad para hacer algo que me gusta».

Cuando se le pregunta si se sienten un ejemplo para otros jóvenes, Khadou cuenta que, en Nevis, «hay gente que se nos acerca y nos pregunta cómo hacemos» para llevar adelante una finca exitosa. «Para mí la agricultura es como una ciencia, me interesa mucho la innovación, investigar las nuevas tecnologías», añade. «Nos veo como pioneros -confiesa el papá de Lyon-, como un faro que muestra a la gente cómo incorporar herramientas novedosas, que hace a la agricultura más atractiva, en el sentido de que no tenga que ser una ocupación de trabajo intensivo, de trabajo duro que solamente te haga sudar».

«Nuestro lema -aporta Akiesha- es ‘trabajar de manera inteligente'», porque no hace falta trabajar duro como se hacía hace muchas décadas, «es una cuestión de ciencia y de tecnología, de lograr mejores resultados en los cultivos» gracias a esas nuevas herramientas y «de entender el ambiente y la tierra». Su compañero asegura que otro de los valores principales de esta familia rural es compartir conocimientos y experiencias con los demás.

En ese sentido, el joven nacido en Antigua y Barbuda subraya que todas las experiencias son valiosas. Si las cosas funcionan en su finca, no hay razón por la cual no compartir la «fórmula» con otros productores. Y si no alcanzaron los resultados esperados, «entonces podemos decirle a otros agricultores: «mira, si lo haces así puede que no funcione'».

Para desarrollar esas capacidades y conocimientos que no dudan en pasar a los más jóvenes, Akiesha y Ryan contaron con el apoyo de productores veteranos de la zona. Khadou tiene precisamente una anécdota, de cuando la pareja había comprado elementos para montar invernaderos en su finca y pasaron con su vehículo frente a otra plantación, donde el dueño ya tenía varios funcionando. Se detuvieron, bajaron y golpearon la puerta para pedir consejo. La bienvenida, recuerda, fue abrumadora: el colega productor les mostró sus campos y les enseñó varios trucos que sirvieron para llevar adelante el proyecto de la mejor manera.

«La relación que tengo con algunos productores veteranos es muy especial para mí», señala Akiesha, quien dice contar con el apoyo de una persona en especial «que me moldeó en la agricultora que soy hoy». Si alguien piensa que las generaciones precedentes «no quieren ver a las generaciones más jóvenes florecer, está muy equivocado», enfatiza la emprendedora.

«Ellos -agrega Akiesha- nos quieren ver alcanzando nuevos niveles, y en nuestro caso hay algunos productores amigos a los que podemos llamar a cualquier hora del día para pedirles consejo». 

La historia de Ryan en Antigua y Barbuda con su abuelo agricultor y la conciencia orgánica que acompaña a Akiesha desde hace muchos años, puso a la pareja en el camino justo hacia este presente de círculo virtuoso de producción de cultivos, defensa del ambiente y comercialización de los batidos saludables. De hecho, mirando hacia el futuro, Fergus dice que algunas de sus metas son «ser reconocida como una persona holística» que ofrece alimentación sana, comprometida con el cuidado de la salud y de sus beneficios. También, por qué no, ser valorada como agricultora y «salir en las revistas» como alguien con «una pasión que nunca se va a detener». 

También Ryan tiene objetivos, que pasan por ampliar la finca («que dos acres se conviertan en cuatro, y después seis»), que crezcan «las oportunidades de compartir conocimientos y ayudar a otras personas, de liderar con el ejemplo».

 El escenario, dice el productor agrícola, no podría ser mejor: en Nevis, destaca, «puedes estar en la cima de una montaña y en diez minutos llegar a la playa para relajarte». La isla es pequeña, completa, «pero tiene lo mejor de dos mundos, está bendecida».

Trabajar en el campo, dice Ryan, puede no ser tan flashy (ostentoso o llamativo) como ser banquero, mecánico, barman «y otros empleos que requieren vestirse con ropas lindas». Además, son labores duras que, a menudo, involucran complejos procesos de ensayo y error.

Más información:
Gerencia de Comunicación Institucional
comunicacion.institucional@iica.int

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