Belém do Pará, Brasil, 20 de noviembre de 2025 (IICA) – La agricultura de las Américas rindió cuentas en la COP30 de los exitosos resultados que viene obteniendo en la producción de combustibles sostenibles y mostró su potencial para protagonizar una verdadera revolución en la próxima década que contribuya a la descarbonización del transporte terrestre, marítimo y aéreo.
El Director General del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), Manuel Otero, subrayó que la expansión de los combustibles sostenibles con materias primas procedentes del agro está en la agenda institucional del organismo como un mandato ministerial, que fue ratificado recientemente por los ministros de Agricultura congregados en la Junta Interamericana de Agricultura (JIA), que tuvo lugar en Brasilia a inicios de mes.
En la conferencia de Belém do Pará, donde el mundo discute el abordaje de los desafíos climáticos y sus implicancias económicas y sociales, el país anfitrión, Brasil, impulsa el “Compromiso de Belém para los Combustibles Sostenibles” (Belém 4x), con el objetivo de brindar apoyo político y fomentar la cooperación internacional para al menos cuadruplicar el uso de combustibles sostenibles para 2035.
En esa línea, el especialista internacional en biocombustibles y energías renovables del IICA, Agustín Torroba, presentó en la COP de la Amazonia brasileña las principales conclusiones del policy brief del IICA y la CPBIO, titulado “Marco de acción para Belém 4x: duplicar la producción de biocombustibles líquidos sin nuevas hectáreas — productividad, sostenibilidad y asequibilidad”.
Este documento propone un marco de acción para que los países puedan duplicar la producción de biocombustibles líquidos sin expandir la frontera agropecuaria, a partir de mejoras en la productividad, la eficiencia industrial y marcos de sostenibilidad robustos y armonizados.
El IICA ejerce la secretaría técnica de la Coalición Panamericana de Biocombustibles Líquidos (CPBIO), que reúne a 25 organizaciones de 15 países de América Latina y el Caribe vinculadas a la producción de combustibles sostenibles con materia prima agrícola.
Torroba está participando en Belém do Pará en distintos debates de alto nivel sobre el rol de los biocombustibles en la transición energética, en los que destacó que el cumplimiento del Compromiso Belem 4x solo será posible si se fortalece el vínculo entre agricultura, energía y ambiente, haciendo de la productividad agrícola y la sostenibilidad los pilares de la expansión de los combustibles sostenibles.
Momento histórico
Según afirmó en el pabellón del IICA en la COP30 Evandro Gussi, CEO de la Unión de la Industria de la Caña de Azúcar y Bioenergía de Brasil (UNICA), la industria de los biocombustibles atraviesa por un momento histórico. “Los biocombustibles van a tener un rol fundamental en los próximos diez años en muchos lugares del mundo. Fíjense que en Europa hasta hace poco solo hablaban de electrificación del transporte, y ahora han vuelto a hablar de combustión, pero con combustibles sostenibles”, agregó.
Gussi dijo que Brasil se convirtió en una potencia global en biocombustibles sostenibles en lo económico, lo social y lo ambiental gracias a políticas públicas basadas en ciencia y está listo para compartir las lecciones aprendidas con el resto de los países de América Latina. “El modelo de Brasil es exportable y replicable en otras partes del mundo”, aseguró.
Roberto Matarazzo Braun, director de ESG y Comunicación Corporativa de Toyota de Brasil, explicó las particularidades de cada mercado regional en los que opera esta marca.
“Durante años la industria automotriz ha estado trabajando en el desarrollo de nuevas tecnologías y en el uso de combustibles más sostenibles para reducir las emisiones de carbono a la atmósfera. Y estamos convencidos de que no se puede elegir una sola tecnología para todo el mundo. Cada región tiene necesidades de mercado únicas y, a su vez, una situación diferente en materia de energías renovables. Debemos ofrecer diversas opciones de movilidad. Hay muchos caminos hacia la neutralidad de carbono”, afirmó.
Describió, en ese sentido, el escenario de Brasil, segundo productor más grande del mundo y dueño de una infraestructura de distribución nacional lista para usar.
“Para Brasil lo mejor es el etanol, con el que ya tiene una experiencia de 50 años. Hoy Brasil es el más grande protagonista en el mundo de movilidad sostenible con biocombustibles. De la misma manera muchos otros países pueden avanzar en biocombustibles a base de caña de azúcar, maíz u otros productos para la producción de etanol. Para descarbonizar hay que contar con todas las tecnologías. Y los biocombustibles son una solución realista e inmediata, especialmente en países del sur global”, concluyó.
Pedro de la Fuente, Senior Manager de External Affairs & Sustainability para las Américas de la International Air Transport Association (IATA), habló sobre las rutas tecnológicas para la producción de combustibles sostenibles de aviación (SAF) y los desafíos para acelerar la producción de SAF sobre la base de políticas públicas y marcos de sostenibilidad con criterios homogéneos.
Aida Lorenzo de Juárez, High-Level Climate Champion en Sustainable Bioenergy y directora ejecutiva de la Asociación de Combustibles Renovables de Guatemala, moderó el panel y destacó el salto que se está dando en la descarbonización a través de los biocombustibles líquidos del transporte terrestre al marítimo y aéreo.
Tecnología y estrategia para la transición energética
Torroba subrayó que la clave está en cerrar las brechas de rendimiento de los principales cultivos utilizados para biocombustibles —maíz, caña de azúcar, trigo, soja, palma y colza— para asegurar materias primas abundantes, sostenibles y costo-efectivas, en lugar de depender exclusivamente de materias primas alternativas aún inmaduras. Al mejorar la productividad, la misma hectárea puede aportar más alimentos, más fibras y más energía renovable, evitando presiones adicionales sobre los ecosistemas.
El secretario ejecutivo de la CPBIO también puso el foco en que los biocombustibles pueden convertirse en una fuente simultánea de seguridad alimentaria (aportando alimentos y subproductos proteicos para la nutrición humana y animal), seguridad ambiental (reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero frente a los combustibles fósiles) y seguridad energética (diversificando la matriz y reduciendo la dependencia del petróleo).
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