“Tenemos que convertir a nuestra América en una gran fábrica de alimentos procesados, bioenergías, probióticos, nutracéuticos y biomateriales”, afirmó el director general del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), el Dr. Manuel Otero, en su discurso de asunción del cargo.
Explicó que el planteo implica “una industrialización inteligente a partir de los recursos biológicos que, apoyada en la ciencia y la tecnología, promueva mayor diversidad sectorial, competitividad internacional y generación de empleo, contribuyendo al mismo tiempo a la mitigación del cambio climático”.
“La bioeconomía expresa en buena medida esa visión transformadora, para promover una producción sustentable e inteligente, partiendo desde la gran base de recursos naturales que poseemos”, señaló.
En el estudio titulado “Bioeconomía en América Latina y el Caribe” -publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en noviembre de 2017- se define a la bioeconomía como: “a) una economía basada en el consumo y la producción de bienes y servicios derivados del uso directo y la transformación sostenibles de recursos biológicos, incluyendo los desechos de biomasa generados en los procesos de transformación, producción y consumo; b) aprovechando el conocimiento de los sistemas, principios y procesos; c) las tecnologías aplicables al conocimiento y la transformación de los recursos biológicos y a la emulación de procesos y principios biológicos”.
Argentino, médico veterinario, Manuel Otero tiene dos maestrías: una en Producción Animal y otra en Desarrollo Rural. Se desempeñó como Representante en Uruguay del IICA entre los años 2002 y 2011. Luego, ejerció la misma función en Brasil. El 15 de enero de este año asumió como director general del IICA.
Ese día expresó también que “desde el IICA concentraremos los esfuerzos para superar esa visión antigua del sector agropecuario como extractivista y generador de bienes primarios, y pasar a ver a la agricultura como la industria de la biomasa, y un actor central de los nuevos tiempos, en sociedades que aspiran a ser menos dependientes de los recursos fósiles y en camino a estrategias productivas climáticamente responsables”.
“Este cambio de paradigma plantea un nuevo protagonismo de los territorios rurales, que deben ser vistos como zonas de progreso, con nuevas tecnologías y conectividad, revirtiendo la actual visión, que las confina como zonas generadoras de pobreza y expulsoras de recursos humanos”, subrayó.
Dijo que este escenario “plantea un nuevo marco de oportunidades para los 15 millones de pequeños productores del Hemisferio, distribuidos en 400 millones de hectáreas, que históricamente han sido la variable de ajuste en la dinámica de los procesos productivos y cuya viabilidad está aún más condicionada ante las consecuencias del cambio climático”.
Sostuvo que vivimos “en un mundo preocupado y acotado por el deterioro de los recursos naturales y el cambio climático, en el que el ‘business as usual’ ha dejado de ser una opción y por eso se torna imperativo modificar estrategias y conductas para producir más y mejor”.
“Business as usual” significa “negocios como se hicieron siempre, igual que siempre”.
El Dr. Manuel Otero enfatizó que “emerge el desafío de la construcción colectiva de conocimientos, que pasa a ser el paradigma central de la nueva cooperación”.