Saint John, 3 de octubre, 2025 (IICA). La historia de Novella Payne es la de una mujer que supo reinventarse, volver a sus raíces y construir, a fuerza de visión y trabajo, un emprendimiento que hoy es símbolo del valor de la vida rural en Antigua y Barbuda. Fundadora de la empresa Granma Aki, Payne se define como «agroprocesadora», un término que resume su capacidad de transformar la riqueza agrícola de su país en productos con valor agregado que llegan a supermercados, hoteles y hogares dentro y fuera del Caribe.
Por su trabajo como productora, generadora de valor agregado y difusora de la cultura gastronómica de su país, Payne es destacada como una de las Líderes de la Ruralidad de las Américas por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA). Novella recibirá el premio Alma de la Ruralidad, creado por el IICA para resaltar la labor de quienes dejan su huella en favor de la sostenibilidad en la región y el planeta y de la seguridad alimentaria y nutricional.
Nacida en Antigua, Payne pasó gran parte de su infancia y juventud en Inglaterra, adonde habían emigrado sus padres. Allí recibió educación formal y crió a sus hijos, pero siempre tuvo claro que algún día regresaría al país que la vio nacer. Ese regreso se concretó en 1987, cuando sus hijos ya eran adultos y podía comenzar una nueva etapa en su vida. Antes de dedicarse a la agroindustria, abrió un salón de belleza en la zona del histórico Nelson’s Dockyard, en Antigua, que dirigió durante siete años.
Sin embargo, pronto sintió que ese camino no coincidía con sus valores. «Un día me paré en la puerta de mi salón y dije: creo que Dios no quiere que siga transformando lo natural en artificial», recuerda. Fue entonces cuando cerró las puertas y decidió mirar hacia el campo.
La inspiración había estado siempre allí, en los recuerdos de su infancia: las caminatas por el bosque, las enseñanzas de su abuela sobre hierbas y tés medicinales, el amor por las plantas y los frutos. Con esa base, Payne comenzó a trabajar en su finca con el lemongrass y la guanábana (conocido en el Caribe como soursop), y poco a poco incorporó mangos, tamarindos, carambolas, grosellas (también conocidas como pitanga o ñangapiri) y otras frutas locales. De esas materias primas nacieron sus tés, salsas, mermeladas y dulces. Con el tiempo, también desarrolló técnicas de secado y conservación que le permitieron diversificar su oferta. Hoy, los productos de Granma Aki se encuentran en los principales supermercados y hoteles de Antigua y Barbuda, e incluso son solicitados por clientes de Estados Unidos y Canadá, cuenta orgullosa.
Uno de los momentos que más la marcaron fue su primera venta en un supermercado local. Con apenas dos variedades de té -guanábana y lemongrass- y unas etiquetas muy básicas, logró que una de las principales cadenas le comprara 18 dólares en productos. «Me emocioné muchísimo cuando vi que ese supermercado creyó en mi visión», rememora. Con el tiempo, esos pedidos iniciales crecieron hasta sumar 500 dólares, una cifra modesta pero significativa para el arranque de su empresa. Hoy, las principales cadenas de la isla y varios hoteles incluyen sus productos en sus góndolas y menús, asegura la productora antiguana.
Payne no solo procesa y comercializa productos agrícolas, sino que también reivindica la cocina tradicional de su país.
Sí, se puede
Su camino no fue sencillo. Payne admite que ser mujer emprendedora en su país implicó grandes desafíos. «No es fácil. Hay que tener fortaleza y confianza en una misma», asegura. Por eso, desde el inicio, buscó también transmitir a otras mujeres rurales que es posible generar ingresos a partir de la tierra. Primero en pequeños recipientes, luego en jardines más grandes, hasta llegar a una producción con fines comerciales. «Me entristece cuando veo mujeres que creen que no pueden. Yo trato de mostrarles que sí se puede», enfatiza.
En ese trayecto, el acompañamiento del IICA resultó clave. Especialistas de la institución la apoyaron en distintos momentos: con análisis de suelos para su finca, con asesoría técnica para el secado de frutas, con contactos para diseñar y construir su secador, e incluso con la oportunidad de participar en talleres y pasantías en otras islas del Caribe. «Ellos me dijeron que podía hacerlo, me mostraron cómo y me conectaron con la gente adecuada. Ese respaldo me permitió crecer», subraya.
Esa vocación de liderazgo la llevó a presidir durante seis años la Asociación de Mujeres Productoras Rurales de Antigua y Barbuda, mucho más tiempo del previsto inicialmente, porque nadie quería asumir la responsabilidad, comenta. Allí fue conocida como la mujer bulldozer, capaz de abrir puertas y conseguir apoyo para su grupo. Uno de los momentos más significativos de su trayectoria internacional como parte del grupo fue su participación en un encuentro en Fiyi, donde sorprendió a la audiencia con un discurso sencillo y directo que reflejaba su vida en el campo y su compromiso con la producción rural. «No recuerdo todo lo que dije, pero después muchos se acercaron a decirme que había sido la mejor presentación del evento», cuenta entre divertida y satisfecha.
Ingrediente: amor
En su labor como agroprocesadora, Payne repite un lema que sintetiza su filosofía: «todo natural». Rechaza los conservantes artificiales y afirma que su verdadero ingrediente secreto es el amor. «Cuando me preguntan qué preservante uso, yo respondo: amor, L-O-V-E. Ese es mi preservante», dice con humor. En sus etiquetas suele incluir esa palabra, convencida de que la dedicación y el cuidado en la producción también se transmiten a quienes consumen sus tés y salsas.
La identidad cultural de Antigua y Barbuda es otro de los ejes de su trabajo. Payne no solo procesa y comercializa productos agrícolas, sino que también reivindica la cocina tradicional de su país. Un ejemplo es el ducana, un plato elaborado con batata (camote) rallada, coco y especias, que se cocina envuelto en hojas de plátano. Payne defiende la receta original, servida con pescado salado y vegetales, frente a la versión moderna que incorpora pasas de uva y que, según ella, transforma la preparación en un postre. La discusión sobre este tema trascendió las fronteras de la isla y llegó a medios internacionales como la BBC, que recogió la «polémica del ducana con pasas» como reflejo de la importancia de la tradición culinaria caribeña.
Otro plato central de la gastronomía local es el fungi, una preparación de maíz muy similar a la polenta europea, que en Antigua se sirve en forma de bolas acompañadas de pescado o carne con vegetales. Novella lo describe con entusiasmo, al igual que a las sopas de vegetales que combinan batata, calabaza, eddo (una hortaliza conocida también como malanga y llamada eddoe, en inglés) y otros ingredientes, a veces con carne o pollo, aunque ella prefiere cocinarlas solo con verduras y abundante sazón. «Si pasas por mi casa cuando estoy haciendo sopa, seguro vas a querer entrar a probarla», comenta con una sonrisa.
Más allá de su empresa y su rol como referente en asociaciones rurales, Payne también es una promotora del agroturismo en Antigua. Aunque reconoce que el sector avanza lentamente, confía en que la riqueza natural del país insular puede convertirse en un atractivo para visitantes que buscan experiencias auténticas vinculadas con el campo y la gastronomía local.
Hoy, a sus nietos y nietas -a quienes también integra en el negocio-, Payne les transmite la pasión por la tierra y el orgullo de las tradiciones rurales. «En mi jardín tengo de todo: plantas medicinales, frutales, ornamentales. Es un espacio abierto para quien quiera venir a disfrutarlo. Yo lo llamo jardinería al azar: un poco de todo», explica.
Consciente de los obstáculos, pero convencida de que el futuro está en producir más y mejor desde el campo, Novella mantiene firme su objetivo: fortalecer el mercado interno, alcanzar los mercados regionales y, finalmente, llegar al plano internacional. «Para mí, el cielo es el límite», asegura. Su historia es, en definitiva, la de una mujer que volvió a sus raíces para demostrar que la vida rural no solo es posible, sino también fuente de innovación, orgullo cultural y desarrollo comunitario.
Payne busca transmitir a otras mujeres rurales que es posible generar ingresos a partir de la tierra, hasta llegar a una producción con fines comerciales.
Más información:
Gerencia de Comunicación Institucional
comunicacion.institucional@iica.int