El sector agropecuario de las Américas puede hacer un aporte clave a la seguridad energética global, amenazada por el conflicto en Europa del Este
San José, 23 de marzo de 2022 (IICA) - El sector agropecuario de las Américas tiene un papel fundamental que cumplir para afianzar la seguridad energética global, en el contexto del conflicto bélico desatado en Europa del Este, que se suma a su tradicional rol como un productor clave de alimentos para el mundo.
Así lo revela el documento titulado “La importancia geopolítica del sector agropecuario en la seguridad energética”, recientemente publicado por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
El trabajo señala que el continente americano produce el 71% del total global de biocombustibles líquidos. Estos cobran una importancia estratégica para sustituir parte de los consumos de petróleo y gas natural en el actual escenario internacional, en el que aparecen amenazadas la provisión y la seguridad energética debido al conflicto bélico.
El conflicto en Europa del Este está teniendo un impacto económico negativo no solamente en el Viejo Continente, sino en todo el mundo. En el último mes se ha multiplicado en más de 6 veces el precio del gas natural licuado (GNL), mientras se anticipa una escasez de oferta que agravará la situación debido a que Rusia es la gran abastecedora de gas natural a Europa.
Al mismo tiempo, Rusia es uno de los productores más importantes de petróleo del mundo (se estima que provee el 12% de la oferta total de crudo), por lo que las sanciones de la comunidad internacional que prohíben la importación del combustible de ese país también generan graves consecuencias.
“Ante esta situación el sector agropecuario de las Américas puede jugar un rol clave, ya que es el continente agroexportador por excelencia, aportando a la seguridad alimentaria global e incluso a la seguridad energética. Estos dos objetivos no son contrapuestos, ya que la diversificación en el uso integral y eficiente de la biomasa para producir biocombustibles puede aumentar la eficiencia y la seguridad de los sistemas agroalimentarios”, señala el documento, cuyo autor es Agustín Torroba, Especialista en Biocombustibles y Bioenergías del IICA.
Los biocombustibles ya aportan a la matriz de combustibles líquidos mundial más de 150 millones de metros cúbicos, el 33% en formato de biodiésel y el 67% como bioetanol para mezclar o reemplazar gasolinas. El continente americano tiene un rol preponderante en la producción de bioetanol, ya que fabrica el 88% del total, mientras que es responsable del 36% del biodiesel.
Las materias primas para fabricar bioetanol son principalmente maíz y caña de azúcar, mientras que el biodiésel se hace con aceites de soja y palma. Las Américas poseen elevados saldos exportables de esas materias primas, con los que podría duplicar la producción mundial de bioetanol y aumentar la de biodiesel en un 80%, revela el documento.
“Hoy los biocombustibles líquidos producidos en las Américas representan el 22% del déficit de petróleo y derivados del continente, y los saldos exportables de materias primas permitirían, industrialización mediante, que representen el 53% del total. Los elevados precios del petróleo, sumados al diferencial impositivo, especialmente en aquellos países que tienen impuesto al dióxido de carbono, colocan a los biocombustibles en una situación ventajosa económicamente, especialmente al bioetanol”, dice el trabajo del IICA.
Así, el continente tiene un enorme potencial para ampliar su producción de biocombustibles y contribuir a lograr el objetivo de la seguridad energética.
El documento señala que la industria de los biocombustibles ha comenzado a transitar un camino de madurez y competitividad que le ha permitido mejorar sensiblemente sus costos de producción en la última década y ser cada vez más competitivos en comparación con los combustibles fósiles.
Agrega que los compromisos ambientales juegan en favor de la producción y consumo sustentable de los biocombustibles. Ello se ve reflejado en que más de 60 países poseen mandatos de uso de biodiesel, bioetanol o ambos. También las cargas tributarias tienden a encarecer a los productos fósiles, especialmente con el impuesto al dióxido de carbono, cada vez más difundido, y esto contribuye a abrir una ventana de oportunidad que facilite la transición energética y el desarrollo aún mayor de los biocombustibles.
Desde el IICA se apoya a los países de las Américas en la difusión y comunicación de la importancia del uso sustentable de los biocombustibles y en la construcción de su institucionalidad y políticas públicas que promuevan una transición energética limpia en el sector transporte.
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