Jequiá da Praia, Alagoas, Brasil, 2 de septiembre de 2025 (IICA) – En el litoral sur del estado de Alagoas, en Brasil, en un entorno donde el agua dulce se mezcla con la salobre, la laguna de Jequiá es el corazón de la vida comunitaria. Allí, entre redes de pesca, barcas artesanales y una fuerte tradición local, Eliane Faria de Souza encontró su lugar en el mundo como pescadora, líder social y promotora de una forma de vida basada en la sustentabilidad.
Su trabajo junto a otras mujeres de la zona no solo transformó residuos contaminantes en fertilizante orgánico, por ejemplo, sino que también convirtió a su comunidad en un modelo regional de emprendimiento ambiental. Por todo este inspirador trabajo, Eliane fue reconocida como una de las Líderes de la Ruralidad de las Américas por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
En esa condición, la pescadora brasileña recibirá el premio «Alma de la Ruralidad», distinción creada por el organismo internacional especializado en desarrollo agrícola para dar visibilidad a las personas que hacen la diferencia en favor de la vida en el campo en el continente americano.
Eliane es presidenta de la Associação Mulheres em Ação de Jequiá da Praia (Asociación Mujeres en Acción de Jequiá da Praia, o AMAJE, como se la conoce comúnmente), una organización que agrupa a unas cincuenta pescadoras, marisqueras y artesanas. El grupo fue formalizado en 2022, aunque su trabajo conjunto comenzó algunos años antes. «Empezamos como un grupo de mujeres rurales, con muchas ganas de hacer algo por nuestra comunidad», recuerda. «Con el tiempo y mucho esfuerzo -añade- logramos registrar la asociación, lo que nos abrió muchas puertas».
Se trata, las describió un artículo de la Universidade Federal de Alagoas, de «guerreras de cada día, pescadoras y artesanas que se ganan la vida con las aguas y transforman la realidad de sus familias y comunidades con trabajo, arte y valentía». Estas mujeres «están transformando el mundo con sus manos, que forjan el futuro y un conocimiento que se extiende a lo largo de generaciones -agregó la nota-. Con creatividad, sostenibilidad y un profundo compromiso con la tierra y la cultura de su pueblo, lo que aquí florece es más que ingresos: es dignidad, pertenencia y transformación real, lograda mediante la fuerza del emprendimiento femenino y la valentía incansable de quienes se reinventan cada día».
El trabajo de Eliane junto a otras mujeres de la zona, transformó residuos contaminantes en fertilizante orgánico.
La AMAJE nació del deseo de las mujeres de tener un papel más activo en su entorno. Con apoyo de la Reserva Extractiva Marina de la Laguna de Jequiá (RESEX) y del Instituto Chico Mendes de Conservación de la Biodiversidad (ICMBio), comenzaron a organizarse para participar en capacitaciones, acciones ambientales y proyectos de reciclaje. Uno de los principales desafíos que enfrentaban era la contaminación de la laguna, especialmente por los restos del cangrejo o siri, muy presente en la pesca local. Los caparazones descartados se acumulaban en las orillas, afectando tanto al ambiente como a la salud de las familias.
La respuesta fue creativa y contundente: con los caparazones de los cangrejos comenzaron a producir fertilizante orgánico. «La laguna se estaba contaminando con los residuos que los pescadores tiraban, y eso perjudicaba el ecosistema», recuerda Eliane. Con ayuda de varias organizaciones, «aprendimos a transformar ese residuo en abono, y así logramos algo que beneficia tanto al ambiente como a nuestra economía». El proyecto fue un éxito, generando una nueva fuente de ingresos para las mujeres y posicionando a AMAJE como referente en la región.
Pero el trabajo de Eliane y sus compañeras no se detiene ahí. Además del fertilizante, producen artesanías con materiales reciclados, recolectan aceite usado para fabricar jabón y desarrollan actividades de turismo de base comunitaria. También organizan jornadas de limpieza de la laguna, promueven la recolección de basura y fomentan la educación ambiental. «Queremos enseñar a la gente que es posible vivir en armonía con la naturaleza, sin destruirla», afirma.
Trabajar y vivir en paz
La vida rural en Jequiá da Praia tiene sus propias dificultades. Eliane menciona la falta de infraestructura y las limitaciones en el acceso a tecnología como obstáculos frecuentes. Sin embargo, también destaca las ventajas de vivir en el campo: el contacto diario con la naturaleza, la posibilidad de producir sus propios alimentos, la tranquilidad del entorno. «Aquí respiramos aire limpio, trabajamos con lo que nos gusta y vivimos en paz. Es una vida más sana, más pura, mucho mejor que en la ciudad», asegura. Y aunque «bonita, también es difícil» la cotidianeidad de quienes se dedican a capturar los cangrejos, peces, camarones y otros frutos del mar.
Como mujer rural, Eliane también enfrenta desafíos relacionados con el machismo y las estructuras tradicionales. «Muchas veces no nos dejan participar en cursos o reuniones, y eso dificulta nuestro trabajo. Pero no nos rendimos. Las mujeres aquí son muy fuertes», enfatiza. Ella ve en su grupo una fuerza transformadora: «somos responsables de la pesca, la agricultura, la comida, la artesanía. También cuidamos del medio ambiente. Las mujeres tienen fuerza, valentía y capacidad de trabajo. Podemos hacer la diferencia».
La asociación AMAJE ha crecido no solo en actividades, sino también en reconocimiento. En los últimos años, lograron acceder a nuevos recursos, ampliaron su visibilidad y comenzaron a soñar en grande. Hoy están desarrollando proyectos para construir una sede propia, abrir un restaurante a la orilla de la laguna y montar una cocina industrial que permita potenciar la producción colectiva.
«Queremos atraer más recursos, ampliar nuestro espacio físico y promover el desarrollo sustentable en nuestra comunidad», dice Eliane, con una mezcla de orgullo y esperanza.
Eliane y sus compañeras producen fertilizante, artesanías con materiales reciclados, recolectan aceite usado para fabricar jabón, desarrollan actividades de turismo de base comunitaria y organizan jornadas de limpieza de la laguna, fomentando la educación ambiental.
El trabajo de AMAJE fue galardonado con el primer lugar en la primera edición del premio Mujeres Rurales – España Reconoce, creado y apoyado por organismos internacionales, entre ellos el IICA. Más allá de esa distinción, Eliane no se olvida de hablar del día a día, del trabajo silencioso pero constante que hacen con sus compañeras. «Nuestro mayor reconocimiento -afirma- es ver que la laguna está más limpia, que las mujeres tienen trabajo y que nuestras hijas pueden soñar con un futuro mejor».
Cuando se le pregunta si recomendaría la vida de pescador en Jequiá da Praia a jóvenes y otras personas que quieran apostar por estos paisajes, no duda. «Les diría que sí, que vivir en el campo es lo mejor, que aquí respiramos aire limpio, trabajamos con lo que nos gusta y vivimos tranquilos, en armonía con la naturaleza».
Hoy, desde su comunidad, Eliane sigue tejiendo redes: no solo las de pescar, sino también las que unen a mujeres de distintas generaciones en torno a un proyecto común de cuidado, dignidad y autonomía. Su historia, sencilla y potente, es una muestra de que el liderazgo rural femenino no es solo necesario, sino también profundamente transformador.
Un artículo de la Universidade Federal de Alagoas, describió a Eliane y sus compañeras como «guerreras de cada día, pescadoras y artesanas que se ganan la vida con las aguas y transforman la realidad de sus familias y comunidades con trabajo, arte y valentía».
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