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La pandemia puso en primer plano las políticas agroalimentarias y reforzó el rol global del Mercosur

El seminario se planteó como un espacio para el intercambio de experiencias, en dos jornadas de debates, sobre los desarrollos y programas en curso en los países participantes
El seminario se planteó como un espacio para el intercambio de experiencias, en dos jornadas de debates, sobre los desarrollos y programas en curso en los países participantes.

Buenos Aires, 17 de marzo de 2021 (IICA). La pandemia puso en primer plano las políticas agroalimentarias y reforzó el rol global del Mercosur, exponiendo la importancia de los países que lo integran para la seguridad alimentaria y nutricional planetaria, según quedó expuesto en el seminario “Sistemas Agroalimentarios Sostenibles”, organizado en conmemoración de los 30 años del bloque comercial sudamericano cuya Presidencia Pro Témpore ejerce la Argentina.

En el seminario fueron discutidos desafíos y oportunidades de las políticas agroalimentarias en el contexto de la pandemia, convocando la participación de representantes y especialistas de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, los cuatro miembros plenos del bloque, y de sus socios Chile, México y Perú.

El seminario se planteó como un espacio para el intercambio de experiencias, en dos jornadas de debates, sobre los desarrollos y programas en curso en los países participantes. Su organización está a cargo de los ministerios de Desarrollo Social, Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto y Agricultura, Ganadería y Pesca de la Argentina, junto al Instituto Social del Mercosur y al Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).

El ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, compartió durante su intervención los ejes del plan Argentina contra el Hambre que se viene trabajando en el país.

Mencionó, en ese sentido, la puesta en marcha de una tarjeta alimentaria que llega a 6 millones de personas y de una línea de créditos no bancarios diseñados para fortalecer la agricultura familiar y la economía social.

“Están orientados a la adquisición de máquinas, herramientas e insumos. Ya llegamos con ellos a 400.000 personas, de las cuales la parte más significativa son productores de alimentos, sobre todo agroecológicos, que no pueden acceder a financiamiento bancario”, explicó Arroyo.

El ministro también comentó el trabajo de descentralización de los mercados concentradores que se está llevando adelante en todo el país, con el fin de que los alimentos lleguen cada vez más del productor al consumidor sin intermediarios. Informó, además, sobre la creación de un registro de trabajadores de la economía social, que sirve para formalizar a los sectores vulnerables a través de una cuenta en un banco público, sin costo.

Arroyo dijo que la producción de alimentos, el reciclado, la construcción, el cuidado de personas y la actividad textil son “las actividades de mano obra intensiva que mueven la actividad económica en los sectores más pobres”.

Por su lado, el ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, Luis Basterra, se refirió al desafío que generó la pandemia de Covid-19 desde el punto de vista de la seguridad alimentaria y la nutrición: “Debido al aislamiento, las familias tomaron dimensión de qué comen, cómo comen y quién produce los alimentos. Y esto permitió que se generasen redes de comercio de proximidad y redes de agricultura familiar que garantizaron la alimentación en este contexto”.

“Hoy –agregó Basterra- es claro y es visible que no se produce de cualquier forma. De hecho, en Argentina hemos creado por primera vez una Dirección Nacional de Agroecología. Otro de los ámbitos en los que estamos trabajando es en un marco para que el consumidor acceda a información clave de los alimentos. Estamos definiendo una política con el Mercosur respecto del etiquetado de los alimentos”.

El secretario de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería argentina, Jorge Neme, hizo foco sobre los cambios que se están viviendo en el mundo debido a Covid-19, que ha tenido un impacto particularmente duro sobre América Latina y el Caribe en términos de disminución de la actividad económica y pérdida de puestos de trabajo.

“La pandemia encontró a muchos de nuestros países todavía recuperándonos de crisis anteriores. En este contexto, el hambre y la malnutrición siguen siendo uno de los principales desafíos que tenemos que afrontar. Desde la aparición de Covid-19, la situación empeoró más aún. Las últimas estimaciones indican que entre 80 y 130 millones de personas más en el mundo sufrirán hambre y malnutrición”, dijo Neme.

El funcionario destacó la importancia de fortalecer el multilateralismo en el comercio y la protección del medioambiente, a los que consideró aspectos centrales para que los sistemas alimentarios funcionen bien. En esa línea, afirmó que “en nuestro país, como en la región, tenemos muchos ejemplos exitosos de producción agrícola y ganadera sostenible, basados en importantes capacidades productivas y tecnológicas que debemos compartir de manera solidaria y cooperativa con otras regiones”.

Por su lado, Luiz Gonzaga Coelho Júnior, director de la Secretaría del Mercosur, remarcó que la seguridad alimentaria y nutricional, a lo largo de los 30 años del proceso de integración llevado adelante en el Mercosur, ha ganado creciente visibilidad en la agenda negociadora. “La agricultura -explicó- ha aportado su contribución al desarrollo de los distintos territorios, con la producción y abastecimiento de alimentos de calidad, la generación de empleos y su contribución al desarrollo sostenible”.

“En la dimensión del medio ambiente, la institucionalidad de las negociaciones ha permitido el tratamiento de la producción agropecuaria y su impacto sin perder de vista la necesidad de desarrollo económico y generación de puestos de trabajo en la región y en cada país particular”, agregó.

El Director General del IICA, Manuel Otero, puso en primer plano la importancia del debate a pocos meses de la realización de la Cumbre de jefes de Estado sobre Sistemas Alimentarios Sostenibles, convocada por el secretario general de las Naciones Unidas. Y felicitó a los organizadores del seminario por los 30 años del Mercosur por haber antepuesto el prefijo “agro” al concepto de sistemas alimentarios.

“Desde el IICA –afirmó- insistimos en que no puede pensar en la producción de alimentos sin pensar en producción agropecuaria. No hay alimentos sin agricultura”, dijo.

Otero explicó que el sistema agroalimentario es un concepto complejo, dinámico y abarcativo, que hace referencia a un conjunto de cadenas productivas, instaladas en un territorio determinado (rural, pero también urbano), que operan gracias a la dinámica de actores sociales, en un determinado contexto macroeconómico nacional e internacional, sustentadas por un conjunto de recursos naturales y que tienen en consideración las demandas de los consumidores.

El Director General del IICA llamó la atención sobre la importancia de nuestra región desde el punto de vista de la seguridad alimentaria global: “Cuando hablamos de América Latina y el Caribe estamos refiriéndonos a la región exportadora neta de alimentos más importante del mundo, con una participación en el comercio internacional del 13,8%. Esta es una tendencia que seguramente se consolidará en el futuro, razón por la cual somos garantes de la seguridad alimentaria y nutricional del mundo y de su sostenibilidad ambiental”.

Luego se refirió particularmente al aporte de los países del Mercosur ampliado, que totalizan 164 mil millones de dólares de exportaciones anuales de productos agroalimentarios, lo que equivale al 64,1% de las ventas de América Latina y el Caribe y al 9,2% de las mundiales.

En la radiografía de la agricultura y la ruralidad de nuestro continente, Otero subrayó la importancia de la agricultura familiar, que tiene un papel protagónico, especialmente en los países del Mercosur. “La agricultura familiar –señaló- es responsable del 80% del universo de producción y empleo y de la autosuficiencia alimentaria de nuestros pueblos. Vamos hacia los negocios de proximidad, de cercanía, a los circuitos cortos y a la agroecología, que significan estar mucho más ligados al ambiente y abandonar esa confrontación estéril en la que todos pierden”.

Finalmente, Otero afirmó que “el IICA está dispuesto a ser la voz de la agricultura y la ruralidad de las Américas” y recordó que el 1º y 2 de septiembre de este año el Instituto convocará a su conferencia hemisférica de Ministros de Agricultura y expresó su anhelo de que allí se arribe a una posición unificada que exprese “la heterogeneidad de nuestros sistemas agroalimentarios y sea una voz para transmitir lo mucho que tenemos que decir al mundo”.

 

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