México: Un gigante del sector agropecuario decidido a cerrar brechas sociales en el campo
San José, 12 de marzo de 2021 (IICA) – Ante una audiencia de expertos en temas agropecuarios convocados por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) que incluyó al Nobel de Economía 2019 Michael Kremer, el Secretario de Agricultura y Desarrollo Rural de México, Víctor Villalobos, brindó un amplio panorama sobre la situación productiva y social del país, decimocuarto productor mundial de alimentos y octavo mayor exportador global.
En la conferencia magistral organizada por el Consejo Asesor para la Seguridad Alimentaria para las Américas del IICA, que se extendió por más de dos horas, Villalobos -un respetado agrónomo con doctorado en la Universidad de Calgary que en su trayectoria impulsó la preparación de jóvenes profesionales en ciencias agrícolas- indicó que “productividad, sustentabilidad e inclusión” son los pilares sobre los que se apoyan las políticas públicas para el agro de México, y levantó preocupaciones sobre “la huella hídrica” en la producción de alimentos.
Villalobos consideró que México debe ser escuchado en la Cumbre Mundial de los Sistemas Agroalimentarios de la ONU, que tendrá lugar a fines de septiembre, y dijo que “queremos compartir esa con nuestros países hermanos en América Latina y el Caribe y con el IICA”, expresando su respaldo a “la iniciativa que ha tenido Manuel Otero (Director General del IICA) de que la próxima JIA (Junta Interamericana de Agricultura) se convierta en una caja de resonancia que permita llevar la cumbre los planteamientos de la agricultura hemisférica, con una participación acorde a su rol estratégico en los Sistemas Alimentarios”.
La reunión de la JIA, máximo órgano de gobierno del IICA, se celebrará el 1 y 2 de septiembre y convocará a los Ministros y Secretarios de Agricultura de las Américas, abriendo una gran instancia de coordinación y convergencia hacia la cumbre global.
“Nos preocupa que la agricultura no tenga un papel protagónico en esa cumbre cuando es la base de los sistemas alimentarios. Sin alimentos no podemos percibir o no podemos conseguir todo lo demás, si bien reconocemos la importancia de atender los temas ambientales, de salud y nutrición. No podemos aceptar que se conviertan en los absolutos temas del comercio global agroalimentario o que en su nombre se castigue aún más al pequeño productor”, dijo Villalobos, también Director General del IICA entre 2010 y 2018.
“Tampoco podemos permitir que, por atender las necesidades de grupos de consumidores de alto poder adquisitivo, olvidemos de garantizar el acceso a los alimentos a los millones de personas más pobres”, agregó.
En el mismo sentido, el Secretario de Agricultura y Desarrollo Rural de México expresó que “el futuro de los sistemas agroalimentarios es aún incierto, pero sí sabemos que debemos tomar medidas para no continuar marginando a millones de productores y pequeños productores que se mantengan en la pobreza”.
También manifestó que en México “estamos siempre en favor de que sea el conocimiento científico la base del futuro de la agricultura, siempre y cuando se contribuya a reducir y no a ensanchar las brechas que hoy observamos en productividad entre los distintos tipos de productores, entre regiones e inclusive entre países. Esta será la posición de México ante la cumbre”.
Además del Nobel Kremer estuvieron presentes en la reunión el Embajador de México ante la FAO, Miguel García-Winder, también ex funcionario del IICA; la senadora mexicana Beatriz Paredes, Embajadora de Buena Voluntad del IICA; el Director General del CATIE (Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza), Muhammad Ibrahim; y el Sub-Director General y Representante para América Latina y el Caribe de la FAO, Julio Berdegué, entre otros.
RADIOGRAFÍA DE UNA POTENCIA AGROALIMENTARIA
Ante los miembros del Consejo Asesor para la Seguridad Alimentaria de las Américas del IICA, integrado por expertos de 10 países y cuyo objetivo es monitorear el impacto del nuevo coronavirus en la seguridad alimentaria para transmitir análisis y recomendaciones útiles a la toma decisiones en diversas instancias de los sectores público y privado, Villalobos trazó un detallado panorama de la situación del campo mexicano.
Así, enfatizó que “la agricultura y el sector agroalimentario de México enfrentan más o menos los mismos desafíos que otros países: producir de manera más eficiente, integrar más las cadenas productivas, tanto nacionales como conectar estas con las globales; mejorar la competitividad y producir de modo más sustentable los alimentos y así poder garantizar la seguridad alimentaria de toda la población”.
Villalobos recordó que las políticas públicas para fortalecer el campo mexicano en el Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador “están asociadas al proyecto de nación que estamos impulsando”, siendo así “parte integral de la transformación que hemos emprendido” a partir de la llegada al poder de la actual administración.
“Queremos un país económicamente más equilibrado y socialmente mucho más justo. Reconocemos la enorme importancia que tiene el sector agroalimentario para la economía nacional y para el bienestar de millones de personas y actuamos en consecuencia sabiendo que no todos los actores que participan tienen las mismas condiciones y, por lo tanto, requerimos aplicar políticas diferenciadas”, dijo.
Actualmente, en México, unas 24.6 millones de hectáreas están directamente orientadas a la agricultura. Adicionalmente, otros 5 millones de hectáreas están en desuso, de alguna forma abandonadas, pero con un gran potencial para ser incorporadas a las actividades agrícolas. Unas 109.000 hectáreas están dedicadas a la ganadería, hay 11.000 kilómetros de litoral para la pesca, que se suman a aguas interiores con un desarrollo creciente de la acuicultura, describió el Secretario.
En total, México -uno de los países catalogados como centros de origen e importante centro de domesticación de especies agrícolas, animales y de microorganismos- cuenta con el trabajo de unos 5.4 millones de agricultores, 880.000 ganaderos y 145.000 pescadores y acuicultores.
“Nos sentimos muy orgullosos de ser el centro de origen y domesticación del maíz, que ha sido una contribución para el resto de la humanidad, pero también en el territorio nacional a través de nuestros antepasados se domesticaron muchas especies como son los chiles, el cacao, la vainilla, el amaranto, el tomate, la calabaza, el frijol, el aguacate, que hoy juega un papel muy importante en el contexto mundial”, recordó Villalobos.
El país registró el año pasado, pese a la pandemia ocasionada por la propagación del nuevo coronavirus, una producción de alimentos de 290.2 millones de toneladas, “una cifra récord en la producción que se debe a los productores”.
Las exportaciones agroalimentarias del 2020 alcanzaron los 39.525 millones de dólares, con mercados en más de un centenar de naciones.
“Nos sentimos entonces muy orgullosos de ser el décimo cuarto productor mundial de alimentos y también en octavo lugar como país exportador. Estos 290.1 millones de toneladas de alimentos tienen una característica especial. Nuestra agricultura es una agricultura diversificada, nuestra producción tiene partes agrícolas, una diversificación en hortalizas, en diferentes especies. Así ocurre también con la actividad agropecuaria y la actividad pesquera y acuícola. En el año pasado las exportaciones agroalimentarias crecieron 5.2 % y las importaciones disminuyeron en 5.47%”, dijo Villalobos.
La balanza comercial agropecuaria de México registró a su vez un saldo favorable de 12.347 millones de dólares, una expansión de 40% ante 2019, con productos como cerveza, aguacate, tomate, animales, tequila y frutos rojos liderando las ventas externas y concentrando 64 % de toda la exportación agropecuaria y agroindustrial del país.
Arándanos, moras, fresas, frambuesas, zarzamoras, nueces, chile dulce y chile verde, son otros rubros de producción destacada, al igual que huevos, carnes de ave y bovino, pescado, camarón y pulpo.
PRODUCTIVIDAD, SOSTENIBILIDAD E INCLUSIÓN
Villalobos puntualizó, sin embargo, que pese a la fortaleza del campo mexicano y a su potencial que presenta una enorme proyección, “toda esta belleza, toda esta riqueza, no se refleja en la calidad de vida de los campesinos, pequeños productores e indígenas de nuestro territorio rural”, indicando que “hay una deuda que se ha venido posponiendo y está pendiente con los más pobres, que son los campesinos y los indígenas”.
El 55.3% de la población rural vive en la pobreza y el 16.4% de ese universo padece pobreza extrema.
“Y estamos claros de que tenemos que saldar esta deuda. El Gobierno que encabeza el presidente López Obrador tiene como una visión y un objetivo fundamental el rescatar al campo de la pobreza, rescatar el campo y hacerlo un motor importante del crecimiento del país y en ese sentido estamos abocados, precisamente, a hacer una agricultura más equitativa, una agricultura más orientada a rescatar la pobreza y, sobre todo, rescatar el campo de esa situación que se ha venido posponiendo por varios años”.
Villalobos vinculó el éxito de esa tarea a la construcción de una sociedad más equitativa que ayudaría a mitigar fenómenos como la migración, la inseguridad y la violencia.
Además, dio detalles sobre las diferencias de productividad según la geografía mexicana, con regiones que concentraron el desarrollo científico-tecnológico, la inversión, el seguro y la mecanización, y se beneficiaron de una revolución agrícola que incluyó irrigación, crecimiento, obras de infraestructura, presas, y el desenvolvimiento de una agricultura empresarial con pleno acceso al conocimiento, a la tecnología y al crédito.
Sin embargo, otra parte, desde el centro al sur y sudeste de México, cuenta con un 85% de sus unidades de producción rural con una agricultura familiar sin acceso a los mercados y casi de subsistencia.
“Fuimos muy exitosos en el desarrollo de la agricultura en el centro-norte del país y ahora, cuando estamos hablando de saldar las cuentas con la sociedad rural, tenemos que voltear hacia el sur, donde tenemos la pobreza, pero donde tenemos el futuro de la agricultura que complementaría con la otra mitad del territorio nacional”, dijo el Secretario.
“Tenemos una nueva visión en la agricultura mexicana, la cual se basa fundamentalmente en tres pilares, en tres ejes. Uno de ellos, es la necesidad de ser mucho más eficientes en la productividad. El segundo pilar tiene que ver con la sustentabilidad. Estamos particularmente preocupados con el manejo del suelo y el agua. El tercer pilar es la inclusión. La inclusión es un tema de mucha relevancia para nosotros porque reconocemos que todos los agricultores son importantes pero que tienen necesidades diferentes. Estos tres pilares son básicos y fundamentales para la autosuficiencia alimentaria, esto es, para ir reduciendo progresivamente la tendencia a la importación de los productos básicos para la alimentación de la sociedad mexicana”, detalló.
Por último, mencionó la preocupación por la búsqueda de una orientación al desarrollo de la agricultura “sin que sea a costa del futuro”.
En ese aspecto, explicó que “necesitamos producir más toneladas, pero también más toneladas con menos agua. Nos preocupa el tema de la huella hídrica. Nos preocupa mucho que estamos siendo uno de los países que se ve más afectado por los imponderables climatológicos, específicamente una gran parte de la agricultura desarrollada en el norte del país, en el centro norte, tiene una dependencia fundamental a la precipitación pluvial, la cual cada vez es más errática. Padecemos temperaturas extremas, heladas, en tiempos que no se anticipaban históricamente”, dijo.
En ese sentido, explicó, la huella hídrica es un indicativo de cuanto hemos venido invirtiendo en agua para producir alimentos.
“Una hamburguesa requiere según los datos de 2400 litros de agua, para producir una manzana se requieren setenta litros de agua. Dos huevos, 400 litros de agua. Lo que pensamos es que claramente, a través del uso de las tecnologías apropiadas, no podemos prescindir de estos productos, pero sí podemos reducir el uso de agua sin sacrificar ni su calidad, ni mucho menos sus condiciones nutritivas o de aceptación por los consumidores. Tenemos que pensar cómo vamos a revertir o reducir el impacto de la huella hídrica sin sacrificar la producción. Aquí el papel de la tecnología juega obviamente un rol muy importante”, concluyó.
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