Los sistemas basados en la siembra directa brindan oportunidades para eliminar las labranzas, secuestrar carbono en los suelos a través de la fotosíntesis y, al mismo tiempo, disminuir el uso de combustibles de origen fósil, reduciendo la generación de emisiones de gases de efecto invernadero.
San José, 19 de mayo de 2021 (IICA) – La salud de los suelos, los animales y las personas entendida como un objetivo único resulta un factor clave y decisivo para la inocuidad de los productos agropecuarios y para incrementar el protagonismo de la agricultura de las Américas en el comercio internacional, según el consenso de cerca de un centenar de expertos.
Esa conclusión fue alcanzada durante el foro virtual “Una Salud y Comercio Internacional: elementos básicos para la transformación de los Sistemas Alimentarios”, organizado por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
El encuentro fue inaugurado por el Director General del IICA, Manuel Otero, quien expresó que “bajo este enfoque de ´Una Salud´ estamos pensando en la salud ambiental, en la salud de los suelos, la salud animal y en la salud humana como las bases para poder crear y mantener sistemas agroalimentarios sostenibles”.
Tras la intervención de Otero, el ex titular del Servicio Nacional de Sanidad Animal (Senasa) de Argentina, Bernardo Cané, señaló que “tenemos que explicarle a los productores pequeños, medianos y grandes, la importancia no ya de la cadena, sino del sistema agroalimentario”.
Y agregó: “Tenemos que decirles a nuestros consumidores que el sistema productivo de la región es seguro y sano, y debemos demostrar a los más álgidos opositores a la producción de alimentos de origen animal que hay sanidad, trazabilidad y una coexistencia con la flora y con la fauna que no implica un impacto negativo sobre el medio ambiente”.
En representación de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), una organización civil integrada por productores rurales preocupados por la erosión de los suelos, María Beatriz “Pilu” Giraudo destacó la experiencia de un sector cuyas tecnologías “impactan directamente en la posibilidad que tenemos de producir alimentos sanos y nutritivos, en particular en la calidad de los mismos”.
“A través de los sistemas basados en la siembra directa tenemos la enorme oportunidad de la eliminación de las labranzas, de secuestrar carbono en los suelos a través de la fotosíntesis y, al mismo tiempo, de disminuir el uso de combustibles de origen fósil, reduciendo la generación de emisiones de gases de efecto invernadero”, explicó.
Impulsar el comercio agropecuario para fortalecer la seguridad alimentaria
Cassio Luiselli, economista especializado en Economía Agraria, profesor emérito del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey- Campus Ciudad de México (ITESM) y miembro del Consejo de Alto Nivel para la Seguridad Alimentaria de las Américas del IICA, enfatizó la importancia de diversificar mercados y liberalizar el comercio agropecuario.
“Tenemos que diversificar (desde América Latina y el Caribe) notablemente los mercados a los cuales concurren nuestros productos agroalimentarios y este desafío pasa por un gran esfuerzo por subrayar la liberalización comercial”, indicó.
Tras atacar las barreras no arancelarias como un obstáculo al comercio, Luiselli subrayó también la necesidad de “reasignar recursos, compensar regiones que tienen carencias con regiones que tienen abundancia”.
A su juicio, se trata de “un mecanismo de redistribución muy poderoso y, por lo tanto, también un mecanismo de creación de precios, por lo cual el comercio internacional es vital para entender el papel de los sistemas alimentarios”.
En línea con lo planteado por Luiselli, expertos y funcionarios de diversos países presentes en el foro se mostraron de acuerdo en la necesidad de combatir las medidas proteccionistas a escala internacional.
Para ello, los productores agroalimentarios de las Américas deberían diversificar su canasta de productos y sus destinos de exportación.
“El mundo debe entender que las Américas producen alimentos y que éstos son seguros e inocuos, lo cual debe ser resaltado tanto a nivel internacional como a nivel doméstico”, dijo una de las conclusiones de uno de los grupos de trabajo en los que se dividió el foro.
En otro plano, también hubo consenso en la necesidad de avanzar en la implementación de políticas de protección de las zonas del Caribe castigadas por shocks climáticos buscando fortalecer la resiliencia de los sistemas alimentarios.
Asimismo, se coincidió en la relevancia de un enfoque multidisciplinario para la salud de los suelos, humana y animal y su relación con el comercio, de tal manera que se puedan tener respuestas para los tomadores de decisiones en el campo de la producción agroalimentaria.
Al igual que en los foros anteriores, que abordaron la producción cooperativa y la bioeconomía, este tercer encuentro subrayó que el establecimiento de decisiones y normativas basadas en ciencia son la base ineludible para cualquier transformación positiva de los sistemas agroalimentarios.
En este sentido, se concluyó que trabajar en nuevas formas de producir y en el impulso al comercio permitirá mejorar la producción sostenible y eliminar el doble estándar que muchas veces se establece entre la producción local y la destinada a la exportación.
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