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“Taza de Excelencia 2021”, el productor salvadoreño de café Ever Díaz recibirá premio del IICA a “Líderes de la Ruralidad”

Ever Díaz, a los 38 años, es un exitoso caficultor salvadoreño cuyo producto cultivado en la finca Mileydi, de Chalatenango, es saboreado en países tan distantes y distintos como Estados Unidos, Rusia, Australia, Japón o Singapur, donde los consumidores valoran su calidad.
Ever Díaz, a los 38 años, es un exitoso caficultor salvadoreño cuyo producto cultivado en la finca Mileydi, de Chalatenango, es saboreado en países tan distantes y distintos como Estados Unidos, Rusia, Australia, Japón o Singapur, donde los consumidores valoran su calidad.

San José, 18 de agosto de 2021 (IICA). El productor de café Ever Díaz, de El Salvador, recibirá el premio “El Alma de la Ruralidad”, que el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) otorga a Líderes de la Ruralidad de las Américas.

El premio es parte de una iniciativa del organismo especializado en desarrollo agropecuario y rural para reconocer a hombres y mujeres que dejan huella y hacen la diferencia en el campo de América Latina y el Caribe.

Ever Díaz, nacido en una familia de agricultores en el occidente de El Salvador, se interesó en el cultivo de café en su adolescencia. Su finca de 10 hectáreas asegura el sustento para otras cinco familias rurales y se constituyó en una referencia para la meta de su país de recuperar el liderazgo regional como productor de café.

Además de recibir como reconocimiento el premio “El Alma de la Ruralidad”, los Líderes de la Ruralidad destacados por el IICA serán invitados a participar de diversas instancias asesoras del organismo especializado en desarrollo agropecuario y rural.

“Se trata de un reconocimiento para quienes cumplen un doble papel irremplazable: ser garantes de la seguridad alimentaria y nutricional y al mismo tiempo guardianes de la biodiversidad del planeta a través de la producción en cualquier circunstancia. El reconocimiento, además, tiene la función de destacar la capacidad de impulsar ejemplos positivos para las zonas rurales de la región”, dijo el Director General del IICA, Manuel Otero, al presentar la iniciativa.

En el marco del programa, el IICA trabaja para que el reconocimiento facilite vinculaciones con organismos oficiales, de la sociedad civil y del sector privado para la obtención de apoyo para sus causas.

“Hablamos de personas cuya impronta está presente en cada alimento que consumimos -adonde sea que éstos lleguen-, en cada parcela de tierra productiva y en las comunidades que habitan los agricultores y sus familias. Son hombres y mujeres que dejan huella y son el alma de la ruralidad porque producen, plantan, cosechan, crean, innovan, enseñan y unen”, consideró el Director General del IICA.

“Son personas que encarnan liderazgos silenciosos que es preciso visibilizar y reconocer. Son, por sobre todas las cosas, ejemplos de vida. Porque transforman, superan adversidades e inspiran”, agregó Otero.

Para la selección de los #Líderesdelaruralidad, el IICA trabaja junto a sus 34 representaciones.

Ever Díaz: Una historia de esfuerzo y superación para producir en El Salvador uno de los mejores cafés del mundo

Ever Díaz nació en una familia de agricultores en el departamento de Chalatenango, zona central de El Salvador, fronterizo con Honduras. Tenía 16 años cuando se interesó por el cultivo del café y le pidió a su padre que le reservara un pequeño espacio en su finca para sembrar la exótica variedad pacamara, creada en El Salvador en la década de 1950 y que se había ido perdiendo con el paso de los años.

“Recién se estaba empezando a sembrar de nuevo el pacamara cuando yo lo elegí, porque me llamó la atención y me gustó el tamaño muy grande de sus granos. Mi papá me decía que no valía la pena sembrarlo, pero yo no le hice caso, seguí adelante y el pacamara se logró aclimatar a la finca”, cuenta Díaz.

Tan bien se aclimató el pacamara que hoy Ever Díaz, a los 38 años, es un exitoso caficultor cuyo producto cultivado en la finca Mileydi, de Chalatenango, es saboreado en países tan distantes y distintos como Estados Unidos, Rusia, Australia, Japón o Singapur, donde los consumidores valoran su calidad.

A Díaz le llegó en junio el reconocimiento mayor, cuando fue premiado con la Taza de Excelencia El Salvador 2021, a través de la cual el Ministerio de Agricultura y Ganadería distingue a los cafés de más alta calidad en el país. El certamen tiene un exigente proceso de selección en el cual el café es catado por jurados nacionales e internacionales.

La finca Mileydi, con una superficie de aproximadamente 10 hectáreas, está en el municipio de La Palma y allí Ever, su esposa Norelvia Elías y sus tres hijos de 11, 9 y 2 años, tienen vacas y algunas variedades panameñas y colombianas de café, además del preciado pacamara.

La finca cuenta con condiciones ideales para el cultivo del café porque está a 1350 metros de altura y es dueña de un clima más frío y húmedo que en buena parte del resto de El Salvador.

Últimamente, la familia compró una segunda finca de unas 6 hectáreas, La Bonita, que está a 1800 metros de altura. De allí es el café que Norelvia presentó este año a la Taza de Excelencia y logró ocupar el puesto número 11.

Con pequeños productores como Ever y Norelvia, El Salvador busca recuperar su producción de café, que hace unos 50 años fue una de las más importantes y de mejor calidad en América Latina.

Según relata Ever, debido a una baja de los precios, “en una época los grandes cafetaleros abandonaron la producción de las principales fincas. Hoy no hay problemas con los precios y a mí me va bien. En la última subasta internacional de café, en agosto, logré vender a Estados Unidos y a Japón. Ya antes había mandado un lotecito para Australia y otro para Rusia. Gracias a Dios todo mi café es muy exportable, aunque soy un pequeño caficultor”.

El cuidado permanente y personal es tal vez el gran secreto del éxito en la finca Mileydi. “Lo más peligroso para el café es la roya. Usted puede tener una muy buena plantación, pero si deja que la roya se apodere de ella la va a tener que botar”, detalla Ever.
El cuidado permanente y personal es tal vez el gran secreto del éxito en la finca Mileydi. “Lo más peligroso para el café es la roya. Usted puede tener una muy buena plantación, pero si deja que la roya se apodere de ella la va a tener que botar”, detalla Ever.

La subasta internacional fue un evento virtual organizado por el Consejo Salvadoreño del Café (CSC) y la Alianza por la Excelencia del Café (ACE, por sus iniciales en inglés), en el que se vendieron a todo el mundo los 24 mejores cafés del país, galardonados en julio con la Taza de Excelencia. 

El día de trabajo de Ever empieza temprano. A las 6 de la mañana, cuando sus tareas van a desarrollarse en la finca Mileydi, y a las 4 a. m. en los días que le toca ir a La Bonita. Hasta el año pasado hacía todos los viajes y el trabajo a caballo, pero gracias a su esfuerzo el año pasado logró comprar un vehículo de doble tracción que le facilita las cosas. Su crecimiento ha permitido que hoy otras cinco familias, según cuenta, vivan de su cultivo de café.

El cuidado permanente y personal es tal vez el gran secreto del éxito en la finca Mileydi. “Lo más peligroso para el café es la roya. Usted puede tener una muy buena plantación, pero si deja que la roya se apodere de ella la va a tener que botar”, detalla Ever.

En el departamento de Chalatenango se produce el 10% del total del café de El Salvador, gracias a las ventajas de su microclima. “Es una temperatura algo fría y el suelo se mantiene siempre húmedo. Al café le gustan esas condiciones. En otras partes del país hace demasiado calor”, advierte el agricultor.

Díaz se define como un apasionado del café. “Para mí –dice- el café es la vida desde hace más de 20 años. Mi plantación de hoy es el resultado de mucho esfuerzo y mucha paciencia, porque el trabajo del cafetalero no se ve de un día para el otro. Es un proceso. Tengo un gran amor por el café y estoy constantemente recorriendo la plantación. Ni siquiera en el peor momento de la pandemia, a pesar del aislamiento, dejé de trabajar. Ahora lo que deseo es seguir innovando”.

Ever Díaz ha vivido toda su vida en el campo y no cambiaría la vida rural, a la que valora especialmente por su tranquilidad y por su seguridad.

“Aquí –dice- después de las 8 de la noche no se oye un ruido más.  Y siempre hay recursos, por lo que sabemos que nunca a nadie le va a faltar comida. Estoy convencido de que con la agricultura vamos a recuperar a el Salvador”.

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