El panel “Desafíos de la Ciencia, la Agricultura y la Alimentación al 2030: ¿Cómo promover la inversión en investigación científica e innovación en América Latina y el Caribe?” se realizó de manera virtual en el marco de la XXV Reunión Anual del Consejo Directivo de FONTAGRO.
Washington, 2 de noviembre de 2021 (IICA) – Gobiernos, sector privado, organizaciones de la sociedad civil y organismos internacionales deben trabajar de manera coordinada para promover la inversión en ciencia y tecnología que contribuya a la transformación de los sistemas agroalimentarios y los haga más sostenibles, indicaron especialistas con larga experiencia en cooperación con el sector agropecuario y el desarrollo rural de América Latina y el Caribe.
El panel “Desafíos de la Ciencia, la Agricultura y la Alimentación al 2030: ¿Cómo promover la inversión en investigación científica e innovación en América Latina y el Caribe?” se realizó de manera virtual en el marco de la XXV Reunión Anual del Consejo Directivo de FONTAGRO. Esta institución, con más de 20 años de trayectoria, es un mecanismo de financiación para promover la ciencia, la tecnología y la innovación en el ámbito de la agricultura y la alimentación en América Latina, el Caribe y España. El Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) es uno de sus patrocinadores.
Los expositores fueron Juan Pablo Bonilla, Gerente del Sector de Cambio Climático y Desarrollo Sostenible del Banco Interamericano de Desarrollo (BID); Jesús Quintana García, Director Ejecutivo para las Américas de la Alianza Biodiversity-CIAT; Terry Meikle, Consejero Agropecuario para América Latina en el Ministerio de Industrias Primarias de Nueva Zelanda; Hayden Montgomery, Representante Especial de la Alianza Global de Investigación sobre Gases de Efecto Invernadero de la Agricultura (GRA); Julio Berdegué, Representante para América Latina y el Caribe de la FAO, y Manuel Otero, Director General del IICA.
El debate tuvo la moderación de Arnulfo Gutiérrez, vicepresidente de FONTAGRO, quien señaló que la institución cumple un rol clave para la región, creando redes de científicos y técnicos que impulsan la innovación.
El presidente de FONTAGRO, Pedro Bustos Valdivia, destacó la importancia de los institutos de investigación en el sector agrícola de los distintos países y afirmó que la entidad trabaja al lado de ellos, con lo que es aliado del desarrollo científico vinculado a la producción de alimentos en todo el continente.
“La pregunta es cómo tener un sector mucho más competitivo, considerando los temas ambientales y sociales”, dijo Bonilla, quien hizo hincapié en la heterogeneidad de América Latina y el Caribe, en cuyas zonas rurales conviven agricultores familiares que realizan una producción de subsistencia con grandes empresas agropecuarias.
“La recuperación post pandemia del Covid-19 debe incluir los temas de productividad, cambio climático y sostenibilidad como parte de un todo”, agregó el funcionario del BID, quien habló de la necesidad de aplicar “transferencias no condicionadas a zonas rurales pobres de la región, que sean una inyección muy rápida de recursos y luego, con asistencia técnica, puedan ser condicionada a resultados”.
Quintana-García consideró que la inversión en ciencia, investigación y tecnología es decisiva para abordar los desafíos globales interconectados y crecientes, que combinan sistemas alimentarios en crisis y pérdida de biodiversidad. “En América Latina seguimos teniendo un 10% de personas con hambre y un 24% de personas obesas”, advirtió.
En ese sentido, afirmó que las instituciones dedicadas a la cooperación técnica deben generar nuevas formas de trabajar: “Hay que demostrar la utilidad de nuestra tarea comunicando más y mejor. Hay que tener sistemas sólidos de medición de resultados. La nutrición, el deterioro del medio ambiente y el cambio climático son desafíos conectados que deben afrontarse con más inversión. Debemos defender el rol crítico de la ciencia y la investigación para transformar los sistemas alimentarios con foco en la innovación y las soluciones creativas y modernas”.
Meikle, de larga trayectoria en la cooperación con América Latina desde distintos cargos del gobierno de Nueva Zelanda, advirtió que “cuando hablamos de ciencia, innovación y tecnología no hay que olvidar a las comunidades indígenas. Con su conocimiento tradicional, tienen que estar en la mesa de discusión ya que ofrecen soluciones para el cambio climático y el futuro del mundo”.
Hayden Montgomery, explicó que la Alianza Global de Investigación sobre Gases de Efecto Invernadero de la Agricultura (GRA) nuclea a 65 países, muchos de ellos de América Latina y el Caribe, y busca caminos para mejorar la productividad al tiempo que reducir la emisión de gases que contribuyen al cambio climático.
“Trabajamos para promover la inversión y la cooperación en investigación científica e innovación en América Latina y el Caribe y hemos logrado muchísimo. También facilitamos la colaboración extrarregional y tenemos a la Unión Europea como socio, ya que estamos convencidos de que la respuesta es invertir y colaborar. Y eso requiere gente con energía y convicción”.
Por su lado, Manuel Otero, celebró la toma de conciencia a nivel global sobre la necesidad de transformar los sistemas agroalimentarios hacia una mayor sostenibilidad: “Hoy existen consensos acerca de la importancia de la ciencia y la tecnología para transitar nuevos caminos hacia una agricultura más verde, inclusiva y resiliente. Estamos ante una oportunidad histórica”.
El Director General del IICA recordó que los países de las Américas lograron este año consensos alrededor del rumbo que debe tomar la transformación de los sistemas agroalimentarios, expresados en un documento de 16 mensajes presentado en la Cumbre organizada en septiembre por Estados Unidos. Y valoró especialmente el mensaje número 9, que los nuevos escenarios de la ciencia y la tecnología constituyen un puente hacia una agricultura de precisión, con un lugar destacado para la bioeconomía y la economía circular y una reducción del desperdicio de alimentos.
“No podemos –concluyó- seguir pidiéndole solamente a los Estados. Los organismos de cooperación internacional, la sociedad civil y el sector privado deben asumir su responsabilidad, porque una sola institución no va a salvar el mundo. Todos juntos tenemos que lograr que con innovación se logren respuestas claras y efectivas al futuro de los sistemas agroalimentarios”.
A su turno, Julio Berdegué, enfatizó que “no habrá transformación de los sistemas alimentarios sin investigación, ciencia y tecnología” y opinó que el desafío no es obtener mayores inversiones en el rubro, sino canalizarlas a través de una mayor participación de las organizaciones de cooperación.
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