En San Antonio Huista, Guatemala, una cooperativa de jóvenes busca modernizar las prácticas ancestrales que lastran la producción y comercialización de sus cultivos, y a la vez educar para que cada vez más personas aprecien el sabor del mejor café.
Ciudad de Guatemala, 24 de junio de 2020 (IICA). – En la frondosa región cafetalera de San Antonio Huista se vivía una persistente paradoja: los productores consumían café de baja calidad, porque vendían sus mejores cosechas.
Pero las cosas comenzaron a cambiar hace pocos años, cuando un grupo de jóvenes de familias caficultoras de esa región del norte de Guatemala decidió que ya era hora de modernizar las prácticas ancestrales que lastran la producción y comercialización de sus cultivos, y de favorecer el gusto de sus paisanos por un café de máxima calidad.
“Nos reunimos primero seis jóvenes de un grupo de amistad y trabajo y nos organizamos porque había problemas en la región Huista, por prácticas muy atrasadas. Decidimos empezar las nuevas tendencias del mercado, entender qué quería el tostador, buscar mejores mercados y usar mejores prácticas de mercadeo”, contó al IICA uno de los fundadores, José López, de 28 años.
Actualmente Vi Café tiene 27 asociados, cuyas edades oscilan entre los 24 y 33 años. Siete son mujeres. Muchos, como José, tiene estudios de agronomía y mercadotecnia.
“Hacemos promoción de nuestros servicios y los productores de la región Huista nos traen muestras y los ayudamos a determinar la calidad de café, qué mejoras necesitan hacer, dónde lo pueden vender”, señaló.
“Enseñamos que si se no realizan buenas prácticas agronómicas y de post cosecha se afecta la calidad y los que han hecho los cambios sugeridos tienen mayor producción y mejor taza”, agregó José.
La silenciosa e impostergable revolución en las prácticas del cultivo del café está impulsada en Guatemala por la Asociación Nacional de Café (Anacafé) y cuenta con el apoyo de PROCAGICA, un programa implementado por la Unión Europea y el IICA.
En Guatemala, 125.000 productores y sus familias dependen directamente del café, y de ellos más de 122.000 producen en pequeñas áreas, de acuerdo con Anacafé, entidad privada de servicio público que representa al sector caficultor del país.
Como parte de las iniciativas para promover los cambios, Vi Café organizó en abril de 2019 el festival Huist Kapeh (Café Huista, en lengua jacalteca), al que asistieron unas 400 personas. El plato fuerte fue la competencia de cafés especiales. Se premió a los 13 productores que lograron el más alto puntaje y pudieron vender sus productos hasta por 1.500 quetzales (195 dólares) por quintal pergamino, muy encima del promedio de 600 quetzales (78 dólares).
También se realizó una competencia de barismo, en la que participaron representantes de 14 departamentos de Guatemala y se inauguró un laboratorio de cata, financiado por el Fondo Nacional para la Reactivación y Modernización de la Actividad Agropecuaria (Fonagro).
El laboratorio funciona como eje del control de la calidad del café cosechado por las organizaciones de pequeños productores del área, lo que busca garantizar el acceso a mercados que ofrecen mejores precios por los cafés especiales.
“El laboratorio y los talleres de control de calidad que ofrecemos son importantes para que los productores aprecien el café y controlen mejor los procesos de producción y almacenaje”, comentó Roxana Montejo, ingeniera agrónoma de 26 años y actual presidenta de la cooperativa.
“Promovemos cafés especiales a la hora de instruir a los productores, insistimos en la humedad, les mostramos la relación entre el sabor y la ganancia”, agregó.
El laboratorio ayuda a los productores de la región Huista a determinar la calidad del café que producen, así como qué mejoras pueden implementar en el complejo proceso productivo en aras de obtener un café que pueda venderse a mayor precio.
La llegada del coronavirus
Vi Café tenía todo listo para el segundo festival, cuando el brote de coronavirus obligó a las autoridades guatemaltecas a imponer la cuarentena.
“Se canceló la actividad por el coronavirus, pero mandamos toda la información y muestras a los compradores, algunos decidieron no comprar por el problema del transporte, ya que algunos municipios cerraron totalmente el paso, como Jacaltenango. Los productores de algunas aldeas no pudieron salir ni vender su café por lo mismo, pero aun así se pudieron posicionar algunos lotes a buen precio”, comentó José López.
La cuarentena obligatoria en Guatemala también condujo al cierre de la recién inaugurada Tienda de café de Vi Café, para lo cual la cooperativa contó con el apoyo del PROCAGICA.
“En nuestra región las personas están acostumbradas a consumir el peor café, para vender el mejor. En las cafeterías no suelen vender café y si lo venden no es de calidad”, explica Montejo.
“Ahí es donde entra la labor del laboratorio y especialmente la tienda de café, en lo que el apoyo del PROCAGICA nos vino como anillo al dedo; constatamos que a personas de diferentes ambientes les gusta el café, con diferentes y variadas preparaciones”, indicó el cooperativista.
El aporte de la UE, el IICA y el PROCAGICA se expresa también en insumos como el mobiliario y accesorios para la tienda de café, además de fertilizantes, almácigos y plantas de limón, banano y aguacate, precisó López.
También ha subvencionado talleres para instruir a los productores de la región en aras de que mejoren prácticas productivas.
Uno de los problemas estructurales de la caficultura regional identificado en el marco del PROCAGICA es el revelo generacional, explicó Harold Gamboa, coordinador general del programa.
“El envejecimiento de la población de caficultores y la falta de integración de jóvenes que den continuidad a esta labor, así como su integración en las redes y organizaciones de productores, es una preocupación frecuente”, afirmó.
Gamboa señaló que, por eso, en el marco del programa y en asociación con grupos de productores, instituciones educativas locales, centros de educación técnica y centros de educación superior, se está trabajando para ofrecer programas de capacitación y asistencia para que las nuevas generaciones se involucren y asuman tareas en la administración de las fincas, agregación de valor, asistencia técnica y el acompañamiento en la implementación de proyectos de emprendimiento.
“Vi Café es un claro ejemplo de emprendimiento local, promovido por un grupo de jóvenes visionarios dispuestos a cambiar y mejorar la manera de hacer las cosas en la caficultura de su región”, aseguró Gamboa.
En las nuevas circunstancias a causa del covid-19, Vi Café está considerando el envío a domicilio de las bebidas, manteniendo el objetivo educativo de la tienda: educar a productores y consumidores con información de cómo se prepara una bebida de calidad.
Ahora los jóvenes de Vi Café esperan que pase la pandemia para retornar a su pasión por el café con nuevos bríos.
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