En una década, la huella hídrica de la agricultura de esta región aumentó 40%, se informó en un foro técnico organizado por el IICA e HIDROCEC-UNA.
San José, Costa Rica, 26 de marzo, 2014 (IICA). El agua que utiliza la agricultura de América Latina y el Caribe (ALC) es vital para la seguridad alimentaria mundial, pero los países de la región aún deben hacer mejoras que garanticen el acceso de su población a recursos hídricos de calidad, así como enfrentar los desafíos ambientales y económicos que implica el aumento en la demanda del líquido.
Las exportaciones de agua virtual de ALC, esto es, el cálculo del agua utilizada para producir los bienes agrícolas que se venden en el exterior, representaron en el 2010 unos 250 km3, alrededor del 44% del comercio de agua virtual del mundo, de acuerdo con un informe publicado este año por la Fundación Botín de España y presentado en un foro técnico organizado por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) y el Centro de Recursos Hídricos para Centroamérica y el Caribe de la Universidad Nacional de Costa Rica (HIDROCEC-UNA).
El documento, que se titula Seguridad hídrica y alimentaria en América Latina y el Caribe: Implicaciones regionales y globales, explica que la mayor parte de las exportaciones de agua virtual de esta región se encuentra en el comercio de oleaginosas y granos, productos básicos para la alimentación humana y animal.
“En la región hay grandes retos por cumplir, pero también hay optimismo: en los últimos años, los rendimientos agropecuarios han crecido más aceleradamente que el área cultivada y el agua utilizada para producir, lo que evidenciaría una intensificación agrícola sostenible”, aseguró Bárbara Willaarts, coordinadora del Observatorio del Agua de la Fundación Botín.
La huella hídrica (cálculo del agua consumida, por unidad de tiempo, por personas o procesos productivos) aumentó 40% entre el 2000 y el 2011 en la agricultura de ALC, principalmente en el Cono Sur y en menor medida en Mesoamérica y las regiones andina y Caribe, dice el estudio.
Además, señala que en toda ALC el sector agrícola es el principal usuario del agua, por encima de la que se consume en las industrias o los hogares.
Bajo esta misma premisa, en setiembre pasado, los Ministros de Agricultura de las Américas instruyeron al IICA construir e implementar una agenda para aumentar las capacidades de los Ministerios de Agricultura hemisféricos en temas hídricos, impulsar la gestión integrada del agua, mejorar su uso en el sector agrícola y fortalecer la formación de recursos humanos en esta área.
“El mandato de los ministros es claro y directo, la agricultura debe unir esfuerzos con otros sectores productivos para gestionar el agua en forma integral y sostenible. Es un reto para enfrentar mediante nuevas alianzas”, dijo en el foro técnico el Representante del IICA en Costa Rica, Miguel Ángel Arvelo.
Para que la agenda hídrica y la mejora en la gestión del agua pueda ser aplicada en los países de ALC, la instrucción de los Ministros de Agricultura debe convertirse en un compromiso por mejorar el acceso al agua en la región que esté plasmado en políticas públicas, consideró el especialista en agricultura, manejo de recursos naturales y cambio climático del IICA, Gertjan Beekman.
Desde Brasil, vía teleconferencia, Beekman puso como ejemplo la situación de muchos habitantes del noreste de ese país, quienes caminan en promedio 3,5 km diarios para acceder a fuentes de agua potable.
En su opinión, esto evidencia el estrés hídrico que se vive en algunas zonas de ALC, lo que provoca el deterioro de la cantidad y la calidad del agua dulce disponible. El estrés hídrico, explicó Beekman, ocurre cuando la demanda de agua supera la oferta o cuando la mala calidad restringe la utilización del recurso.
La coordinadora general del HIDROCEC-UNA, Andrea Suárez, manifestó que las presiones por usar el agua tienen que atenderse mediante una adecuada planificación hidrológica. Este proceso, afirmó, permitiría alcanzar la seguridad hídrica, es decir, la disponibilidad del recurso hídrico en la cantidad y la calidad aceptables para cumplir necesidades de saneamiento, uso doméstico, producción y utilización por parte de los ecosistemas.
Agregó que en Costa Rica ya se dan pasos hacia la seguridad hídrica, un proceso que tiene cinco etapas: cálculo de la disponibilidad del líquido, revisión del marco regulatorio y de la administración, evaluación del desempeño de los actores involucrados en la gestión del agua, análisis de la calidad de los recursos naturales y conservación del recurso hídrico.
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