En reconocimiento, Zelada recibirá el premio “Alma de la Ruralidad”, que es parte de una iniciativa del organismo especializado en desarrollo agropecuario y rural para dar visibilidad a hombres y mujeres que dejan huella y hacen la diferencia en el campo del continente americano, clave para la seguridad alimentaria y nutricional y la sostenibilidad ambiental del planeta.
San José, 18 de marzo de 2024 (IICA) – Por su trabajo de décadas a favor del cooperativismo como una herramienta central para mejorar la calidad de vida de los agricultores de El Salvador, Salomón Zelada fue reconocido como uno de los “Líderes de la Ruralidad de las Américas” por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
En reconocimiento, Zelada recibirá el premio “Alma de la Ruralidad”, que es parte de una iniciativa del organismo especializado en desarrollo agropecuario y rural para dar visibilidad a hombres y mujeres que dejan huella y hacen la diferencia en el campo del continente americano, clave para la seguridad alimentaria y nutricional y la sostenibilidad ambiental del planeta.
Hijo de una familia campesina que cultivaba café en una pequeña finca, Zelada tiene una vida dedicada a la agricultura desde que tiene memoria y una vasta formación, que comenzó cuando terminó el Bachillerato e ingresó en la Escuela Nacional de Agricultura (ENA).
El deseo de aprender llevó a Zelada por diversos países; y desde hace 32 años es gerente de la Cooperativa Agropecuaria San Carlos, que reúne a unos 100 productores y tiene una producción diversificada de alimentos que llegan a las mesas de los salvadoreños y también se exportan.
Además, Salomón es un referente para todas las cooperativas agropecuarias de El Salvador que buscan caminos para mejorar los ingresos de sus socios y constantemente participa en actividades de capacitación, destinadas especialmente a los más jóvenes.
“Cuando voy a dar charlas no llevo ningún documento ni material escrito. Cuando uno aprende las cosas en el campo, haciendo y trabajando, el conocimiento y las experiencias que se incorporan no se olvidan nunca”, dice.
Salomón está orgulloso de los logros conseguidos en estos años en beneficio de los miembros de la Cooperativa San Carlos que incluso posibilitaron que en los últimos años se frene la emigración de los miembros más jóvenes de sus familias a los Estados Unidos.
“Hoy –cuenta- nuestra cooperativa tiene rentabilidad y eso beneficia a sus socios. No hay una empresa en El Salvador que brinde los beneficios sociales que damos nosotros, ya que a todos los socios se les construye una casa y se las conecta al servicio de agua potable y luz eléctrica sin costo. También se provee un seguro de vida. Y al final de cada ciclo agrícola se reparten los excedentes económicos, que normalmente oscilan entre 2.500 y 3.000 dólares”.
El reconocimiento Líderes de la Ruralidad de las Américas es entregado por el IICA a quienes cumplen un doble papel irremplazable: ser garantes de la seguridad alimentaria y nutricional y al mismo tiempo guardianes de la biodiversidad del planeta a través de la producción en cualquier circunstancia. El reconocimiento, además, tiene la función de destacar la capacidad de impulsar ejemplos positivos para las zonas rurales de la región.
Diversificación y rentabilidad
Egresado de la ENA en 1974, Zelada trabajó para el Ministerio de Agricultura y Ganadería de El Salvador acompañando a campesinos en la producción de distintos cultivos y, luego de la reforma agraria, en la organización de cooperativas. Becado, se formó en gestión del cooperativismo en Israel, en Italia y en Estados Unidos. Y de la mano del IICA en El Salvador se especializó durante varios años en los secretos de la producción frutal.
“En 1992 –recuerda- me contrató la Cooperativa San Carlos, que era netamente agrícola. Tenía ganado y caña de azúcar, pero con mi experiencia empezamos a diversificar la producción. Hoy llevamos adelante siete proyectos y siempre hemos ganado dinero, lo que me ha dado una visión más clara de cómo hacer rentable una empresa cooperativa. El rubro más productivo es la papaya: tenemos más de 30.000 dólares de utilidad por manzana. Pero también cultivamos limón pérsico, azúcar, plátano, mango, guayaba taiwanesa, yuca y granos básicos”.
La Cooperativa San Carlos –ubicada en el cantón San Rafael, municipio El Paisnal, departamento de San Salvador- tiene desde 2016 una planta agroindustrial y entre sus exportaciones se destacan 200 contenedores anuales de plátano, que son destinados a los Estados Unidos.
Además, provee 2.100 cajas de plátanos diarias a una empresa que elabora con ellos un snack natural llamado Orígenes, que se vende en todo el país.
Salomón explica que ha aprendido muchísimo en la Cooperativa San Carlos y está convencido de que las cooperativas agropecuarias de América Latina y el Caribe pueden generar ingresos para dar una vida digna a los habitantes de las zonas rurales.
“He sido agricultor toda mi vida y sé que se puede ser rentable si se maneja la actividad profesionalmente y tienes tierra, agua y crédito. Hay que buscar cultivos que se den durante todo el año, para que la provisión sea constante. Y también he aprendido que hay que tener el comprador antes de empezar, no aventurarse en caso de no tenerlo. Además, se debe comprender que hay que producir con buenas prácticas agrícolas. Y que es muy valioso obtener una certificación ecológica, como la que tenemos nosotros con una empresa de Alemania por nuestra producción con insumos agrícolas orgánicos. Para tener éxito en una cooperativa, no hay que pensar solo en la producción del momento, sino proyectarse a lo que puede pasar dentro de cinco años”, afirma.
El cuidado del ambiente es para la Cooperativa San Carlos un tema central y, en ese sentido, Salomón explica que en su área productiva está prohibido talar un árbol sin autorización de la administración, que solo lo permite cuando el árbol ya está seco. También se está realizando una transición del uso de insumos químicos a orgánicos. “Tenemos un departamento de buenas prácticas agrícolas y hemos suspendido el empleo de todos los productos dañinos al medio ambiente”, relata.
Para Salomón Zelada, de todas maneras, lo fundamental de una cooperativa agropecuaria exitosa es que demuestra que la producción de alimentos es un camino posible para el desarrollo de proyectos de vida personales y colectivos de quienes habitan en las comunidades de zonas rurales.
“Con la cooperativa –se enorgullece- hemos logrado que los campesinos opinen como dueños de la empresa. Todos trabajamos con una mentalidad capitalista en función social y, gracias a ella, la cooperativa agropecuaria ha dado dignidad a la gente, que hoy goza de muchos beneficios que no serían alcanzables de otra manera”.
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