Yana se crió en Villa Puni, una pequeña comunidad del departamento de La Paz, a orillas del lago Titicaca y a más de 3.800 metros de altura sobre el nivel del mar. Allí, la mayor parte de la población se dedica a la pesca y a la producción de papas, quinoa, habas y cebada, entre otros cultivos, con las dificultades que impone un suelo que no es muy fértil.
La Paz, 14 de septiembre de 2023 (IICA) – La ingeniera agrónoma Yessica Yana, primera mujer indígena del pueblo aymara en manejar un dron que permite aumentar los rendimientos agrícolas y hacer un uso más eficiente del agua en el Altiplano boliviano, fue reconocida como una de las “Líderes de la Ruralidad” de las Américas por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
En reconocimiento, Yana recibirá el premio “Alma de la Ruralidad”, que es parte de una iniciativa del organismo especializado en desarrollo agropecuario y rural para resaltar a hombres y mujeres que dejan huella y hacen la diferencia en el campo del continente americano, clave para la seguridad alimentaria y nutricional y la sostenibilidad ambiental del planeta.
Yana se crió en Villa Puni, una pequeña comunidad del departamento de La Paz, a orillas del lago Titicaca y a más de 3.800 metros de altura sobre el nivel del mar. Allí, la mayor parte de la población se dedica a la pesca y a la producción de papas, quinoa, habas y cebada, entre otros cultivos, con las dificultades que impone un suelo que no es muy fértil.
Enamorada del campo y de la agricultura desde que era niña, y con la voluntad de ayudar a su comunidad a acceder a mejores condiciones de vida, ella estudió agronomía en la Universidad Pública de El Alto (UPEA).
Cuando se graduó realizó sus prácticas profesionales en una empresa, donde tuvo su contacto con un dron aspersor, que se utiliza para colocar fertilizantes, herbicidas y otros insumos, realizados con productos naturales, en los cultivos.
“Con el dron, el trabajo es mucho más rápido que en la aspersión tradicional, que se hace con mochilas. Permite ahorrar tiempo, sobre todo a las mujeres, que generalmente son las encargadas de los cultivos y además tienen que encargarse del cuidado de los niños. Además, el consumo de agua, que en el Altiplano es escasa, se reduce a la mitad”, cuenta Yessica.
Ella ha piloteado el dron en numerosas pequeñas fincas del Altiplano boliviano, gracias a un proyecto de Swisscontact, fundación independiente financiada por capitales privados suizos. La iniciativa se propone favorecer un mundo digital inclusivo, en el que la innovación y la tecnología sirvan para reducir las brechas de género y aportar a mayor igualdad y empoderamiento de las mujeres y niñas.
El Premio Líderes de la Ruralidad es un reconocimiento para quienes cumplen un doble papel irremplazable: ser garantes de la seguridad alimentaria y nutricional y al mismo tiempo guardianes de la biodiversidad del planeta a través de la producción en cualquier circunstancia. El reconocimiento, además, tiene la función de destacar la capacidad de impulsar ejemplos positivos para las zonas rurales de la región.
Una mujer que no se puso límites
“Desde que tengo memoria iba a pescar con mi abuelita al lago Titicaca. Antes sacábamos mucho pescado, pero ahora hay mucho menos. Hace años se podía pescar en la orilla, pero hoy hay que ir pescar cada vez más adentro. Eso es una preocupación constante, como también son un problema los bajos rendimientos agrícolas. Yo siempre ayudé a mis padres a sembrar. Como me encanta la vida en mi comunidad, quise estudiar agronomía. Y mi papá me dijo desde niña que el hecho de que fuera mujer no significaba que yo no tenía que estudiar. Que no tenía que ponerme límites. Así que me puse el reto y entré a la universidad”, cuenta Yessica.
Cuando se graduó como ingeniera agrónoma, le propusieron capacitarse para manejar un dron. A ella le pareció interesante y aceptó, aunque no sabía muy bien con lo que se iba a encontrar. “Me dijeron –recuerda- que con el dron iba a viajar por todo el Altiplano, de norte a sur. Pero yo pensé en los drones pequeños, que se usan para tomar fotos. No sabía que los drones aspersores de uso agrícola son de mucho mayor tamaño. Y tampoco conocía los grandes beneficios que traen en ahorro de tiempo y de agua. Con el tiempo he aprendido a controlar mis nervios y me he acostumbrado a manejar el dron”.
Su labor con las nuevas tecnologías motivó a Yessica a trabajar también por el empoderamiento de las mujeres rurales del Altiplano boliviano, donde muchas veces han encontrado obstáculos para desarrollarse y crecer.
“Las mujeres en el área rural son siempre las que velan por el bienestar de su familia. Además, tienen que cuidar los cultivos, porque los hombres se van a las ciudades a trabajar. Por eso para ellas todo es más difícil y hoy estamos tratando de capacitarlas en temas como la administración del dinero, en negocios, en el cuidado de la salud de los animales o en diferentes cosas que desean. Pero sobre todo tratamos de que las mujeres pierdan la timidez. Muchas son temerosas a la hora de hablar y prácticamente solicitan permiso a sus maridos para poder opinar”, relata.
Para difundir el uso de las nuevas tecnologías en la agricultura, Yessica apela a los jóvenes como aliados: “En el campo hay muchas mujeres que no conocen los beneficios para la actividad agrícola que se pueden obtener con la conectividad a internet. Por eso tratamos que los jóvenes les enseñen a sus mamás. Los chicos nos dicen que, así como ellos van a la escuela a aprender, ellos pueden enseñarles a sus mamás cosas que ellas no saben”.
Yessica cree que las mujeres pueden ser grandes protagonistas en las transformaciones que se están dando en la agricultura, de la mano de la tecnología y la innovación.
“A veces por miedo –reflexiona- nos perdemos cosas que son bien interesantes. Por eso les pediría a las mujeres que se animen. La tecnología en agricultura es importante y no es tan difícil. A las que quieren estudiar les diría que nunca es tarde para empezar. Yo nunca me había imaginado en mi vida que iba a estudiar agronomía y, mucho menos, que iba a manejar un dron. Es de humanos sentir un poco de temor, pero las mujeres podemos”.
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