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Alimentos seguros, sociedades prosperas

Urge establecer una cultura de inocuidad alimentaria en la que todos los consumidores esperen y tengan acceso a alimentos saludables, independientemente de dónde o quién los produzca. Garantizar ese acceso es un trabajo colectivo.

 

El crecimiento exponencial en la demanda mundial de alimentos y los estrictos controles ambientales, comerciales y en el transporte, genera retos importantes para el sector productivo.

La disponibilidad de alimentos inocuos es un factor fundamental para garantizar el bienestar social. A medida que se demanda una mayor variedad de productos frescos, crecen los riesgos a los que se enfrentan los servicios de salud nacionales.

En 2010, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó que 600 millones de personas enferman cada año después de consumir alimentos contaminados. De estos, se estima que 420,000 personas morirán.

El comercio internacional, la migración y los viajes potencian los riesgos de contagio mediante la ingesta de productos contaminados. Las enfermedades son causadas por residuos químicos, patógenos y parásitos que contaminan los alimentos en el proceso productivo, en la transformación o el transporte.

Siendo el Continente Americano una de las regiones con mayores índices productivos y de exportaciones de alimentos más importantes a nivel mundial, el tema de la sanidad e inocuidad de los alimentos se torna en un eje central para el desarrollo.

El tema debe ser abordado de manera integral. Resulta fundamental establecer mecanismos para satisfacer la creciente demanda de alimentos al mismo tiempo que se garantiza la inocuidad y se crean condiciones ventajosas donde los agricultores puedan participar de manera efectiva en los mercados internacionales.

Uno de los principales retos se centra en que todos los consumidores esperen y tengan acceso a alimentos saludables. Se han establecido mecanismos de trazabilidad y calidad para garantizar este acceso en algunos países y para algunos productos. Sin embargo, aún existen amplias diferencias entre las normativas en la producción destinada al comercio internacional y el consumo interno.

El éxito o la incapacidad de desarrollar una cultura robusta y global de inocuidad alimentaria se basa en la colaboración efectiva entre los sectores público y privado. Es necesario seguir trabajando en encontrar aquellos puntos de sinergia donde los diferentes actores de la cadena productiva puedan colaborar entre ellos para establecer las mejores prácticas a fin de cerrar las brechas existentes entre los sistemas de inocuidad domésticos y de exportación.

Los gobiernos del hemisferio apoyados por agentes de cooperación internacional como el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) han venido trabajando en temas de prevención y fortalecimiento de capacidades a fin de dotar a los productores con las herramientas técnicas o jurídicas para obtener alimentos que cumplan con los estándares seguros para el consumo.

Más allá de las amenazas asociadas con cualquier producto específico o contaminante, el desafío más urgente es establecer, promover y respaldar una cultura de inocuidad alimentaria, en la que todos los consumidores esperen y tengan acceso a alimentos saludables, independientemente de dónde o quién los produzca; el acceso a alimentos inocuos debe considerarse un derecho humano y, colectivamente, se debe trabajar para garantizarlo.

robert.ahern@iica.int