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El agro, la esperanza para las poblaciones más vulnerables

El turismo es una gran oportunidad. Para los pequeños productores es clave asociarse.

En momentos en que los fenómenos sociales y medio ambientales golpean fuertemente a las naciones latinoamericanas, el agro se presenta como una alternativa para incorporar a los más necesitados a los procesos de desarrollo y mitigación de problemas.

Realizar esfuerzos aislados no nos dará una solución sostenible. Generar encadenamientos y asociatividad entre los diferentes actores de la sociedad civil y socios público-privados, es la única manera para que se establezcan mayores expectativas ante la opción de salir del campo para probar suerte en las urbes o inclusive en otros países.

No hay duda de que la migración tiene gran impacto en el sector agropecuario y eso obedece en especial a que el pequeño productor no está enmarcado en un proceso de asociatividad y no ha tenido posibilidades de tecnificarse, acceder al crédito y a la propiedad de la tierra.

A medida que incrementan los flujos migratorios y los efectos del cambio climático recrudecen, se reducen las oportunidades hacía aquellos con poca capacitación para hacer frente a esta encrucijada y salir de la condición de pobreza.

Existe gran potencial en el sector agropecuario para paliar el fenómeno migratorio a través de encadenamientos productivos, buena capacitación, desarrollo de mercados locales y la exportación.

En el Caribe, una de las regiones más afectadas por estos fenómenos, la industria turística genera en promedio 30 millones de visitantes al año y mantiene un crecimiento cercano al 4,4% anual. Sin embargo, la mayor parte de los alimentos que consumen los turistas no son producidos localmente, sino importados, ya que los pequeños productores no cuentan con las herramientas ni las condiciones necesarias para abastecerlos.

Necesitamos seguir desarrollando estrategias para incorporar estos elementos como ejes centrales del desarrollo. Aunque no es suficiente, capacitar a las poblaciones rurales resulta clave para que las estrategias nacionales de desarrollo sean sostenibles a largo plazo.

En el IICA generamos diversos instrumentos de cooperación técnica, como por ejemplo las plataformas de exportación a través de las cuales se capacita a productores y PYMES agropecuarias para acceder a nuevos mercados y mejorar la calidad de los productos en los mercados locales.

Para ello se ha capacitado a los productores desde el manejo agronómico del suelo, pasando por los procesos de transformación, agregación de valor y por último el acceso a mercados y medidas sanitarias para la exportación.

En cuanto ejemplos prácticos, podemos señalar diversos países de Centroamérica, la Región Andina y el Caribe. En relación con los países que se autoabastecen, es loable el ejemplo de Belice, mercado que se autoabastece y, dado el incremento de producción, ya se están haciendo esfuerzos para implementar un proceso de transformación y de agregado de valor con fines de exportación.

Empoderar a las mujeres jefas de hogar, capacitar a los jóvenes y mostrar a la agricultura como nicho de oportunidad es parte de un proceso que nos permiten mitigar los efectos negativos que tiene la migración en las comunidades más vulnerables.

Queda mucho trabajo por hacer en temas de asociatividad, resiliencia y mercados. En el IICA creemos fielmente en que, a través de este tipo de iniciativas, lograremos que las poblaciones rurales vean en el agro una oportunidad para mejorar su calidad de vida y generar empleo, pasando de ser las comunidades más vulnerables a un propulsor del desarrollo para las naciones latinoamericanas.

 

Más información:

Gabriel Rodríguez Marqués, Coordinador de la Unidad de proyectos del IICA.

gabriel.rodriguez@iica.int