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¿Por qué es segura la biotecnología?

Convenio de Diversidad Biológica, Protocolo de Cartagena y Protocolo Suplementario de Nagoya-Kula Lumpur: Instrumentos para la aplicación de la biotecnología en la agricultura

Se entiende por biotecnología a “toda aplicación tecnológica que utilice sistemas biológicos y organismos vivos o sus derivados para la creación o modificación de productos o procesos para usos específicos” (Secretaría del Convenio de Diversidad Biológica, 2000). Con base en esta definición es claro que el ser humano ha venido desarrollando biotecnología desde los inicios mismos de la civilización. Dentro de las múltiples herramientas biotecnológicas, y desde hace algunas décadas, la biotecnología ha hecho posible llevar a cabo modificaciones genéticas que superan las barreras fisiológicas naturales de la reproducción y ha generado lo que se ha conocido con el nombre de organismos vivos modificados (OVM).

Mucho se ha hablado de los OVM, en particular, de los cultivos genéticamente modificados (GM). Los resultados obtenidos en términos de alternativas tecnológicas para el control de insectos y malezas y para la generación de diversos productos (entre ellos, aceites, bioplásticos, vacunas, etc.) han demostrado la relevancia y el potencial de este tipo de cultivos. No obstante, su utilidad, para garantizar la inocuidad y seguridad de los cultivos GM, la liberación los mismos al ambiente está regulada en los países y ello se debe, en gran medida, a los instrumentos que se han generado en el marco de foros mundiales como el Convenio de Diversidad Biológica, el Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de la Biotecnología, y el recientemente aprobado Protocolo de Nagoya sobre Responsabilidad y Compensación, entre otros. Así, cuando se habla de cultivos GM es imperativo hablar de su seguridad y los instrumentos que la garantizan.

El Convenio de Diversidad Biológica (CBD), entró en vigor en 1993, tiene como objetivos “la conservación de la biodiversidad biológica, el uso sostenible de sus componentes y la participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos”. Las reuniones regulares de la CDB se denominan Conferencia de las Partes (COP) y es allí donde se discuten los temas y se desarrollan protocolos.

Posteriormente, surgió el Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de la Biotecnología (PCB), el cual entró en vigor en septiembre de 2003, con el objetivo de “contribuir a garantizar un nivel adecuado de protección en la esfera de la transferencia, manipulación y utilización seguras de los OVM resultantes de la biotecnología moderna que puedan tener efectos adversos para la conservación y utilización sostenible de la diversidad biológica, teniendo también en cuenta los riesgos para la salud humana, y centrándose concretamente en movimientos transfronterizos”. Las reuniones de las Conferencias de las Partes que actúan como Reunión de las Partes en el PCB se denominan COP-MOP. Es en las reuniones de las COP-MOP donde las Partes, las no Partes y los observadores del CDB discuten temas que involucran a los OVM, tales como: tránsito y uso confinado; manipulación, transporte, envasado e identificación; movimientos no intencionales e ilegales y medidas de emergencia; análisis de riesgo; manejo del riesgo; intercambio de información, información confidencial, construcción de capacidades, concienciación y participación pública, aplicación del procedimiento de acuerdo fundamentado previo; notificaciones; procedimiento de decisión y acuerdos bilaterales, regionales y multilaterales, entre otros. Solo las Partes toman las decisiones finales.

El PCB requería que se elaborara un procedimiento en la esfera de la responsabilidad y compensación por los posibles daños resultantes de los movimientos transfronterizos de los OVM. Y de esta solicitud, surgió el Protocolo de Nagoya-Kuala Lumpur sobre Responsabilidad y Compensación Suplementario al PCB (PSNKL), el cual entró en vigor en marzo de 2018. A manera de aclaración, es importante mencionar que existe un Protocolo de Nagoya sobre acceso a los recursos genéticos y participación justa y equitativa en los beneficios (PNAB) que se deriven de su utilización, el cual entró en vigor en 2014. Así, debe notarse que el PNAB y el PSNKL son completamente diferentes, aunque contengan la palabra “Nagoya” en sus nombres.

Ahora bien, los cuatro instrumentos consideran en mayor o menor grado a la biotecnología. Y se basan en el principio de precaución o precautorio, el cual establece que, si una acción genera riesgos graves para la salud pública o el ambiente sin que se cuente con una prueba científica definitiva de los mismos, se deben adoptar medidas protectoras para evitar dicha acción.

El CDB se interesa por los organismos vivos modificados (OVM) “que puedan tener efectos adversos para la conservación y utilización sostenible de la diversidad biológica”–es decir, no a todos los OVM sino a los que pudieran tener efectos adversos, sin embargo, esta aclaración a menudo se omite-. El PCB y el PSNKL son instrumentos que propenden por el desarrollo seguro de la biotecnología asociada con OVM. De hecho, el PCB se constituye el marco el regulatorio para los cultivos genéticamente modificados (GM). De otro lado, el PN también está incorporando a la biotecnología, pero en lo que atañe a las secuencias digitales de ADN.

En general, el modo de acción de estas convenciones y protocolos incorporan la utilización de foros virtuales en temas de interés. Las ideas resultantes de tales foros se constituyen en instrumentos de referencia que sirven a grupos técnicos especializados (conocidos como AHTEG) que sostienen reuniones y hacen intercambios técnicos en los que se generan documentos que se presentan en las reuniones COP y COP-MOP.

Vale mencionar que, para el sector agrícola, existe un notable interés del sector privado porque los países cuenten con marcos regulatorios claros, previsibles y funcionales, pues de este modo se puede velar y garantizar en gran medida la seguridad en los diversos procesos y productos que se generan. Esto ha llevado a que los productos de los cultivos GM puedan considerarse como los más analizados en referencia a su seguridad e inocuidad, con lo cual se beneficia la biodiversidad, el ambiente, la institucionalidad, los agricultores y los consumidores.

Como se ha evidenciado a través de los años, la aplicación de las técnicas biotecnológicas, tanto tradicionales como nuevas, es esencial para el desarrollo sustentable del sector agrícola. Y es interés de todos los actores del sector (desarrolladores, productores, comercializadores, reguladores y consumidores) que la biotecnología se desenvuelva de manera segura, con criterios objetivos y basados en el conocimiento científico. Es por ello que el IICA apoya a sus países miembros en temas de capacitación, comunicación y acompañamiento institucional en bioseguridad. Acciones que se potencian con la experiencia regulatoria del sector público y con el conocimiento técnico y de mercados del sector privado.

Pedro J. Rocha

Especialista Internacional en Biotecnología y Bioseguridad, IICA

Pedro.Rocha@iica.int