Belém do Pará, Brasil, 19 de noviembre de 2025 (IICA) – Protagonistas del Corredor Seco Centroamericano, una de las zonas más vulnerables del mundo a los fenómenos climáticos extremos, contaron su realidad en la COP 30 y debatieron cómo transformar el conocimiento científico en acción para favorecer una mayor resiliencia de la agricultura y la ganadería, que permita mejorar la calidad de vida de las comunidades rurales.
El escenario de la conversación fue el pabellón del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) en la conferencia de Belém do Pará, donde gobiernos de todo el mundo discuten hasta el 21 de noviembre, junto a expertos, otros organismos internacionales, sector privado y movimientos sociales y ambientales, cómo continúa el abordaje global de los desafíos climáticos, económicos y globales que enfrenta el planeta.
El llamado Corredor Seco Centroamericano es una franja que abarca desde el sur mexicano hasta Panamá. Ocupa el 30% del territorio centroamericano y en ella viven unas diez millones de personas, el 60% en comunidades con ingresos que están por debajo de la línea de pobreza.
Es una de zona que padece sequías recurrentes y también lluvias extremas, cuyo impacto se ve agravado por la pobreza y la degradación de los recursos naturales.
El área enfrenta el duro desafío de adaptarse sin dejar a nadie atrás y las herramientas para hacerlo son el conocimiento y la innovación. La tarea solo puede abordarse de manera multidimensional, conectando políticas, instituciones, conservación ambiental, restauración de paisajes, acceso al financiamiento y creación de oportunidades económicas para mejorar la resiliencia de la agricultura y fortalecer a las comunidades rurales, se advirtió en el pabellón del IICA.
El Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (CATIE), institución de estrecho vínculo con el IICA y con sede en Costa Rica, lleva adelante el proyecto Escalar. La iniciativa promueve innovaciones de bajo costo y alto impacto, accesibles para pequeños agricultores. Se propone mejorar los ingresos de las comunidades, generar empleo local e integrar de manera activa a jóvenes y mujeres.
También busca contribuir a reducir la vulnerabilidad climática y fortalecer los sistemas productivos, a través de cambios inclusivos, duraderos y replicables.
El Director General del CATIE, Luis Pocasangre; la conductora del proyecto Escalar, Leida Mercado; el subsecretario de Medio Ambiente del estado mexicano de Chiapas, Jorge Kanter; y el director de acción climática para Latinoamérica de la organización World Vision, Luis Corzo, compartieron un panel con el Director General del IICA, Manuel Otero, sobre desafíos y soluciones del Corredor Seco Centroamericano en la Casa de la Agricultura Sostenible de las Américas, en la COP30.
Conocimiento local y ciencia
Pocasangre explicó cómo funciona el proyecto Escalar, que ya tiene 2614 beneficiarios directos en el Corredor Seco Centroamericano. “Entendemos que el conocimiento local que tienen los productores es complementario con la ciencia y la investigación que desarrollan tecnologías para solventar los problemas de los productores en el campo”, explicó.
El CATIE, a través de su programa de mejoramiento genético de café, ha liberado cinco variedades híbridas, dos de ellas con tolerancia a la sequía, que ya han sido sembradas y cosechadas con éxito.
“La innovación y la investigación pueden aportar soluciones. Pero debemos tener claro que el productor tiene que estar involucrado desde el principio en el desarrollo de innovaciones tecnológicas. No pueden hacer el trabajo los científicos aisladamente”, advirtió.
Pocasangre lamentó el debilitamiento de los sistemas de extensión agropecuarios en los países: “En algunos países directamente no existen. Es muy difícil llevar tecnologías al campo de esa manera”.
Manuel Otero, Director General del IICA, manifestó que el Corredor Seco Centroamericano es una región especialmente problemática, con una agricultura de subsistencia y con bajos niveles de productividad, lo que profundiza los niveles de pobreza y exclusión y muchas veces termina en migración.
“Tenemos que ver -sostuvo- cómo transformar las amenazas en oportunidades. Para ello hay que empoderar a los pequeños agricultores. También debemos crear una nueva narrativa que no busque esconder las vulnerabilidades de la zona, sino mostrar los aspectos positivos y su potencial, si logramos que la ciencia llegue a los territorios”.
Kanter contó el trabajo que está haciendo en el estado de Chiapas el Consejo Estatal de Restauración y Saneamiento de Microcuencas: “Hacemos trabajo directo con los propietarios de la tierra en el territorio. En Chiapas tenemos tres formas de tenencia en la tierra: la ejidal, la comunal y la propiedad privada. Entonces hay extensiones pequeñas con muchos productores en el mismo sitio y esto complica un poco, pero también nos obliga a realizar el trabajo comunitario para poder avanzar. Ponemos el foco en las soluciones basadas en la naturaleza, en la agricultura regenerativa y ganadería silvopastoril. Sabemos muy bien que, si alguien está sufriendo el cambio climático, ese es el productor agropecuario, que necesita ayuda”.
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