El escenario de la atractiva presentación fue la Casa de la Agricultura Sostenible de las Américas, pabellón que el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) instaló junto a sus 34 Estados Miembros y socios estratégicos del sector privado en la Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC).
Dubái, Emiratos Árabes Unidos, 7 de diciembre de 2023 (IICA) – La economía circular y la bioeconomía son conceptos complementarios con los que América Latina y el Caribe está logrando en los últimos años aumentar su productividad y su sostenibilidad, como demostraron actores claves del sector agropecuario en la COP28, el más importante foro de negociación y discusión ambiental del mundo, que se desarrolla en la ciudad de Dubái, Emiratos Árabes Unidos.
El escenario de la atractiva presentación fue la Casa de la Agricultura Sostenible de las Américas, pabellón que el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) instaló junto a sus 34 Estados Miembros y socios estratégicos del sector privado en la Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC).
El evento demostró con datos concretos que los países de la región han logrado en los últimos años múltiples consensos para fortalecer sus sistemas agroalimentarios frente a los desafíos que plantea la crisis ambiental, que exige fortalecer la adaptación ante los eventos meteorológicos extremos –cada vez más intensos y frecuentes- y, al mismo tiempo, contribuir a los objetivos globales de mitigación.
El científico Rattan Lal, máxima autoridad mundial en ciencias del suelo y Premio Mundial de la Alimentación en 2020; Marcello Britto, secretario ejecutivo del Consorcio Amazonía Legal, y Lloyd Day, Subdirector General del IICA coincidieron en que la región tiene, a través de la nueva frontera de ciencia, tecnología e información, una extraordinaria oportunidad de aprovechar la riqueza de recursos naturales para producir bienes y servicios, como ya está quedando demostrado en la realidad.
La moderadora de la discusión fue Silvia Naishtat, periodista senior y editora del diario Clarín, el mayor de Argentina y unos de los más influyentes medios de comunicación de habla hispana.
Rattan Lal puso el acento en la importancia del suelo para la alimentación y la agricultura y apuntó que su salud es esencial para el cumplimiento de buena parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que la comunidad internacional estableció como parte de la Agenda 2030. Precisó que sin suelos saludables es imposible pensar en el fin de la pobreza, el acceso universal a agua limpia y la protección de la vida de los ecosistemas terrestres.
“Todos esos objetivos dependen directa o indirectamente de la salud del suelo, al que hay que darle la atención que se requiere, porque es esencial para la vida humana”, dijo Rattan Lal, quien advirtió que, “como toda entidad viviente, el suelo tiene derechos”.
Para el profesor Lal, quien lidera junto al IICA el Programa Suelos Vivos en las Américas, que articula desde 2020 el esfuerzo de gobiernos y sector privado orientado al combate a la erosión, existen diversas herramientas, como la agricultura regenerativa, la agricultura digital y la inteligencia artificial para cuidar la salud del suelo.
“El nexo entre la salud del suelo y la salud humana es clave, porque los alimentos vienen de un suelo saludable. El suelo es como una cuenta bancaria en la que se aplica la ley del retorno. Si secuestramos carbono, las ganancias superan a las pérdidas. En cambio, si el suelo pierde carbono, sucede lo contrario”, explicó el laureado científico.
Lal también se refirió a la necesidad de que el carbono secuestrado en los suelos por los agricultores que realizan buenas prácticas sea reconocido como un commodity que puede ser volcado a los mercados, de la misma manera que los granos y la carne.
“Es una manera –sostuvo- de empoderar a los agricultores para que produzcan más con menos recursos naturales. Si hacemos cambios en nuestros modos de producción y consumo es posible frenar el cambio climático y la agricultura tiene que ser una solución”.
Marcello Brito se mostró optimista debido a la gran cantidad de debates sobre agricultura regenerativa y transformación de los patrones de producción, incluyendo la circularidad, que existen en la COP, pero consideró que lo prioritario es la participación de los agricultores.
“Necesitamos que los científicos hagan ciencia y los productores produzcan. El mayor poder de los agricultores es el de la demostración. Hoy se ha avanzado mucho en agricultura regenerativa”, explicó.
Brito está al frente del Consorcio Amazonía Legal, integrado por los nueve estados de la Amazonía brasileña y cuya misión es promover el desarrollo sustentable de este ecosistema vital para el mundo, de forma integrada y cooperativa, considerando las oportunidades y desafíos regionales.
Brito contó cómo Brasil pasó de ser un importador de alimentos en la década de 1960 a ser hoy una potencia mundial en el rubro a través de la unión del gobierno, el sector privado y la sociedad civil, con un papel muy importante de la estructura financiera.
“Tenemos 70 millones de hectáreas dedicadas a la agricultura y 140 millones de hectáreas de pastizales. El promedio ganadero es menos de una vaca por hectárea, lo que muestra ineficiencia. A medida que mejora la tecnología ganadera y aumenta la productividad, se abre espacio para más cultivos. El área agrícola creció en los últimos 5 años en 6 millones de hectáreas”, contó Brito.
El referente de la Amazonia también abogó a favor de que la COP30, que desarrollará en 2025 en Belém, capital del amazónico estado de Pará, deje un legado duradero. “No solo tenemos que hablar de finanzas, sino también de naturaleza”, apuntó.
El Director General del IICA, Manuel Otero, sobre este tema, puntualizó que “la bioeconomía es una herramienta ideal para que América Latina y el Caribe aproveche el potencial de sus extraordinarios recursos naturales, deje de lado su matriz de producción primaria y alcance el desarrollo en armonía con la naturaleza y preservándola”.
Por su lado, Lloyd Day contó en detalle un buen número de casos exitosos en que la combinación de bioeconomía y economía circular han servido en América Latina y el Caribe para aprovechar el ciclo de vida completo de los cultivos y para producir bienes y servicios en armonía con el ambiente.
“Estamos reduciendo emisiones de gases de efecto invernadero –afirmó- y secuestrando más carbono en el suelo, lo que demuestra que la agricultura de nuestra región está alineada con los esfuerzos globales de mitigación del cambio climático y es parte de la solución a los desafíos que enfrentamos”.