Así se concluyó en el marco del foro virtual “Ciencia, Tecnología e Innovación para transformar los sistemas alimentarios de América Latina”, el último de una serie de cinco encuentros organizados por el IICA de cara a la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios de la ONU.
San José, 9 de junio de 2021 (IICA). La transformación positiva de los sistemas alimentarios requiere la conformación de coaliciones y exige una ampliación de la producción que tenga como base el fortalecimiento de los sistemas nacionales de ciencia y tecnología, claves para aprovechar oportunidades en todo su potencial y para proteger y restaurar la naturaleza.
Esos fueron algunas de las principales ideas y conclusiones expuestas en el marco del foro virtual “Ciencia, Tecnología e Innovación para transformar los sistemas alimentarios de América Latina”, el último de una serie de cinco encuentros organizados por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) de cara a la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios de la ONU.
La reunión, que se inscribe dentro de los numerosos diálogos virtuales organizados por el IICA en forma previa al encuentro global, contó con el apoyo de la Alianza Biodiversity International – Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), de la Coalición para la Alimentación y Uso del Suelo (FOLU) y de la World Wildlife Fund (WWF).
“Sólo con ciencia, tecnología e innovación vamos a salir mejor transformados en nuestros sistemas agroalimentarios, que son un componente fundamental de la economía mundial, para mejorar el desempeño de su producción”, dijo el Director General del IICA, Manuel Otero, al abrir el foro, presentado y moderado por Eduardo Trigo, Asesor Especial de la Dirección General y “sherpa” del organismo especializado del Sistema Interamericano en la Cumbre de la ONU.
Otero enfatizó que los productores agropecuarios, a los que definió como “El Alma de la Ruralidad”, deben estar debidamente representados en la Cumbre, y destacó también la iniciativa hemisférica del IICA “Suelos Vivos de las Américas” como un programa clave para “recuperar la salud de los suelos, pensando que hoy más de la mitad de los suelos en Mesoamérica están con serios problemas de degradación”.
A su turno, Claudia Martínez, Directora de la Coalición para la Alimentación y Uso del Suelo (FOLU) en Colombia y de E-3-Ecología, Economía y Ética –organización privada de este país que promueve la ecología, economía y ética como parte integral de sus estrategias de planeación y negocio e integra, como el IICA, la Red de Campeones, una de las estructuras de apoyo a la organización de la Cumbre de la ONU- habló sobre la importancia de las coaliciones y las condiciones de producción.
Así, puso el acento en la necesidad de fomentar “coaliciones que transformen los sistemas alimentarios de América Latina” y, posteriormente, abordó los problemas de costos y suelos que afronta la producción.
“Los costos ocultos globales de alimentación y de uso del suelo ascienden a 12 billones de dólares, en comparación con el valor de mercado de los sistemas globales de alimentación que totalizan 10 billones, lo que quiere decir que estos sistemas le cuestan hoy al mundo más de lo que producen. Y esto es lo que debemos transformar”, afirmó.
Para ello propuso avanzar con las transiciones al cambio y, en este sentido, se posicionó en favor de ampliar la producción “en un continente absolutamente rico en alimentos, en el que tenemos 300.000 plantas y sólo estamos comiendo entre unas 100 o 150, de las cuales el trigo, el maíz, el arroz y las papas aportan el 60% de las calorías que consumimos”.
En ese sentido, resaltó que son muy importantes las oportunidades de negocios que se podrían generar con los cambios en los sistemas agroalimentarios y que, para esto, “la ciencia y la tecnología son cruciales, lo mismo que para proteger y restaurar la naturaleza se requiere poner fin a la conversión de bosques y otros ecosistemas naturales”.
Por su parte, Joao Campari, Global Leader de WWF, se refirió al reto que supone cumplir con los Objetivos del Desarrollo Sostenible en 2030, lo cual implicará “resolver una serie de desafíos en la forma en que producimos los alimentos”.
En ese sentido, puso el acento en el uso del agua, las pérdidas de biodiversidad y el desperdicio de los recursos naturales.
“Lo que buscamos es proteger los sistemas econaturales y para eso debemos gestionar los sistemas de producción de alimentos existentes y restaurar los ecosistemas degradados, con la rehabilitación de la función de los suelos”, indicó.
En ese sentido, dijo, la Cumbre “debe ser una Cumbre de los pueblos, de las personas y de acción de estos pueblos”, buscando mitigar fenómenos como la deforestación y la degradación de los suelos, que han llevado a América Latina y el Caribe a perder un cuarto de los bosques entre 2004 y 2017 a lo largo de la Amazonia, el Chaco, las tierras bajas de Bolivia, los bosques mayas y el Chocó-Darién, ecorregión en el oeste de Colombia y el este de Panamá con precipitaciones extremadamente altas y una gran biodiversidad.
Al igual que Otero y Martínez, Campari reivindicó el uso de la ciencia y de la tecnología “para hacer mucho más eficiente la producción, para producir más con menos, para ser más inclusivos” y concluyó indicando que “lo que los sistemas alimentarios han hecho por el mundo en las décadas recientes es un gran hecho, pero lo que necesitamos ahora es repensarlos porque las condiciones de actuación son diferentes y debemos hacer todos juntos, productores y ambientalistas”.
Tras la sesión inicial, el foro de dividió en ocho grupos de discusión en los que participaron un centenar de inscriptos y cuyos resúmenes fueron explicitados en la parte final del cónclave a través de un informante por equipo.
Entre los temas abordados, destacaron cuestiones como la relación entre la ciencia y los conocimientos ancestrales de las comunidades agrícolas; la capacitación y extensión en la ruralidad; las nuevas formas de comer y de producir; las proteínas alternativas; las fronteras agrícolas y la ganadería y la mejor valorización de los sistemas alimentarios cercanos a los bosques, entre otros.
El cambio climático, sus causas y sus efectos sobre la producción y los alimentos resultantes, fue otra de las cuestiones más mencionadas en los debates grupales, constituyendo un foco de primer orden para las innovaciones basadas en la ciencia y en la tecnología.
La intervención de políticas públicas sostenidas en el tiempo, más allá de las circunstanciales administraciones políticas, fue otra reivindicación en favor de una agricultura sostenible, para combatir la deforestación y el cambio climático, la mejora de la calidad de la producción y el impulso al comercio, entre otros desafíos sobre los sistemas agroalimentarios regionales.
En los debates surgió con fuerza el enfoque sobre la importancia de la investigación, destacándose la necesidad de que pase de ser disciplinaria a interdisciplinaria, aumentando la inversión en ciencia y tecnología para financiar a los productores y las publicaciones científicas.
También se propició la promoción de las herramientas digitales para mejorar la eficiencia, una mayor producción y una mejora de la toma de decisiones, para lo que se insistió también en la accesibilidad y conectividad.
En un resumen de lo informado sobre la actividad de los grupos, el Director General de la Alianza de Biodiversity International y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), Juan Lucas Restrepo, destacó la importancia de los foros de diálogo indicando que “este tipo de espacios son fundamentales”, ya que no pueden ser sólo los Ministerios de Agricultura de la región quienes tomen las iniciativas sino también el sector privado, los productores, la academia y los consumidores.
“Tenemos que repensar integralmente cómo trabajamos como región, cómo cuidamos nuestros recursos naturales, nuestros bosques y también nuestros suelos”, concluyó Restrepo.
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