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Aceite de piñón, una oportunidad para el medio ambiente y para cientos de familias rurales en tiempos de pandemia

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Oficina Permanente para Europa
 
Ante la crisis provocada por el COVID19, la semilla de piñón que se cosecha en Ecuador se ha transformado en un recurso doblemente importante; por un lado, gracias al biocombustible que se produce a partir de ella, las islas Galápagos cuentan con energía limpia, y por otro, significa el único sustento económico para cientos de familias en momentos donde otras actividades económicas han sido suspendidas.

 

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Julio 2020.- Todos los años, entre marzo y junio, alrededor de 1.200 familias recolectoras de áreas rurales de la provincia de Manabí, en la costa sur ecuatoriana, salen a los más de 12.700 km de cercas vivas de piñón a cosechar sus semillas. El piñón, es un arbusto perenne que crece en zonas secas de Ecuador, y cuya adaptabilidad a condiciones extremas de clima y suelo, lo hacen muy valioso como alternativa de cultivo asociado para familias agricultoras de zonas vulnerables de ese país.

 

Luego de recolectarlo, venden las semillas en cerca de 56 centros de acopio de socios de la Cooperativa de Productores de Cercas Vivas de Manabí (COOPROCERMA), donde se encargan de recogerlo y producir aceite vegetal puro de piñón (AVP), que luego es utilizado como biocombustible para la generación eléctrica limpia en la isla Floreana, en Galápagos. 

 

El dinero obtenido de la venta del piñón es vital para estas familias, sobre todo en momentos en que otros trabajos y actividades han sido suspendidos por la pandemia. Para muchas es el único sustento económico en una época que además, coincide con el inicio del año escolar en la costa del Ecuador. Cada quintal de piñón en cáscara es comprado en 10USD, dinero que les sirve para acceder a víveres y útiles para los niños.

 

 

 

De piñón a biocombustible

Andrés Viteri es uno de los 100 socios COOPROCERMA, y cuenta cómo se organiza el proceso de producción de aceite vegetal puro: “Después de recoger y trasladar la semilla a los centros de extracción, el piñón se descascara y se introduce en una máquina que separa el aceite y luego se lo deja decantar, el sobrante se llama “torta de piñon” y es vendido o regalado para hacer abono”, detalla.

El aceite que no se decanta, se trata y se transforma en AVP para enviar a Galápagos, mientras que la fracción restante es utilizada para producir jabones y una línea de bioscosméticos para el cuidado de la piel y el cabello. Un ciclo perfectamente sustentable que saca provecho a toda la semilla, sin generar desechos.

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Además de promover el desarrollo rural y asegurar el sustento de estos grupos, el impacto de la cadena de valor del biocombustible de piñón es vital para el medio ambiente: 1 quintal de piñón, equivale a 10USD y con el se reducen 12Kg de CO2; 4 quintales de piñón, son 40USD, y sirven para producir energía limpia para una familia de 4 personas por un mes; y finalmente, 1.000 quintales de piñón, equivalen a 10.000USD y producen 3 meses de energía eléctrica ecológica para todos los habitantes de la isla Floreana, en Galápagos.

 

 

 

 

 

 

 

 

Salvar la cosecha

Como en todo el mundo, la pandemia global provocada por el COVID19, también ha afectado esta valiosa cadena. Andrés Viteri revela que el principal perjuicio viene del miedo al contagio, que se traduce en centros de acopio que decidieron cerrar y por lo tanto, familias que, al no tener dónde vender, tampoco han ido a cosechar. Por otro lado, al haber tantas personas cuyos trabajos regulares han sido suspendidos por la crisis, la cosecha de piñón se han transformado en única posibilidad de sustento.

“Esta situación nos ha obligado a adaptarnos y buscar alternativas para darles garantías a esas familias; ahora, entre los miembros de la cooperativa nos organizamos y vamos directamente a buscar los quintales a sus casas” relata Andrés.

Los miembros de la cooperativa han pedido un crédito al banco que les permita comprar la cosecha de este año:

Mientras nos aprueban el crédito, algunos miembros de la cooperativa estamos poniendo distintos aportes. Yo he invertido 10.000 USD para comprar 720 quintales y así poder llegar a la meta anual de 3.000. Finalmente, se trata también de salvar una cadena que es vital para muchas personas; para las familias, el piñón significa un ingreso adicional que puede ayudarles en tiempos de crisis, con esto pueden subsistir y alimentarse”, afirma Andrés García, gerente de la cooperativa COOPROCERMA.

 

El papel del IICA en el Proyecto Piñón

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Ecuador es el primer país del mundo que reconoce en su Constitución derechos a la naturaleza, por esto, el gobierno impulsa la iniciativa Cero Combustibles Fósiles en las Islas Galápagos – declarado Patrimonio de la Humanidad en 1978 por la Unesco –,  a fin de evitar los riesgos de derrames de combustibles, diversificar su matriz energética y contribuir con la reducción de gases de efecto invernadero.

 
Desde el 2008, el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) participa en el desarrollo de un proyecto impulsado por el Ministerio de Energía y Recursos Naturales no Renovables de Ecuador cuyo objetivo es sustituir el diésel por aceite vegetal puro (AVP) de piñón, en la generación eléctrica de la Isla Floreana de Galápagos.

 

A partir de los saberes locales y las tecnologías y herramientas adquiridas, se ha diversificado la producción y hoy, además de fabricar AVP están elaborando biocosméticos de venta comercial. Así, bajo la marca D´Piñón se fabrican jabones, cremas faciales, cremas de manos, champú y acondicionador con altos estándares técnicos nacionales e internacionales.

 

Margarita Baquero, especialista del IICA en Ecuador, revela que la ejecución del proyecto ha constituido todo un reto, ya que antes la cadena de valor del piñón no existía. Gracias a esta iniciativa, se ha demostrado que la producción limpia de biocombustibles y el aprovechamiento de todos sus subproductos puede generar una industria limpia, responsable y sostenible.

Desde COPROCERMA, Andrés García, asegura que “la ayuda técnica y financiera del IICA ha sido fundamental para profesionalizar los subproductos del aceite de piñón y así abrir una nueva fuente de trabajo y de recursos para las familias de la provincia”.

El proyecto prevé contribuir a reducir el consumo de diésel para la generación de electricidad en las islas Galápagos, mejorando con ello el desempeño de los pequeños productores y recolectores, y aportando al desarrollo rural y calidad de vida de los más de 3.600 productores manabitas que cosechan el piñón en los predios rurales, y que hoy más que nunca, dependen de esta cadena de valor.

 

Contacto prensa

Artemisa Cifuentes Quezada

Artemisa.cifuentes@iica.int

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