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Las mujeres en el desarrollo agrícola: el reto de coordinar colaboración multinacional

Es importante invertir en las mujeres productoras y asegurar su acceso a los mismos recursos con que cuentan los hombres, incluyendo acceso a conocimiento y tecnologías.

El 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, celebramos a cuatro mujeres que han enfrentado el reto de coordinar proyectos internacionales de investigación agrícola para el beneficio de los pequeños productores de América Latina. Estas iniciativas han sido co-financiadas por el Fondo Regional de Tecnología Agropecuaria (FONTAGRO), un mecanismo de colaboración regional para la investigación e innovación agrícola apoyada por el IICA.

María Teresa con uno de sus colaboradores en un invernadero con ensayos de resistencia a sequía

María Teresa Pino es una genetista y fisióloga vegetal que trabaja en el Instituto de Investigaciones Agropecuarias -INIA, de Chile. Ella es una líder natural con más de 25 años de experiencia y un impresionante record de publicaciones científicas. Su trabajo se ha enfocado en cultivos claves para la seguridad alimentaria de la región. A través de FONTAGRO, Pino coordinó un equipo de científicos de Chile, Uruguay y el Centro Internacional de la Papa en Perú quienes usaron herramientas biotecnológicas para caracterizar la resistencia del trigo y la papa a las altas temperaturas y la sequía debidas al cambio climático. Los materiales más promisorios de ambos cultivos fueron evaluados con los productores en sus propias parcelas.

Cuando se le preguntó a Pino qué consejo daría a científicos jóvenes, ella respondió: “la responsabilidad y el respeto a los que trabajan con nosotros es el aspecto más importante de la colaboración. Debemos cultivar alianzas y construir confianza. Y además debemos ser flexibles en la búsqueda de soluciones porque los escenarios cambian constantemente y debemos estar conectados con la realidad. Si se establecen relaciones basadas en la confianza, los proyectos se ejecutan más fácilmente".

María Teresa Pino recibió el Premio a la Excelencia Científica otorgado por FONTAGRO en 2014 por su trabajo en ese proyecto. Vea la entrevista completa aquí.​ 

Cecilia seleccionando semillas de papas nativas con los productores.


Las papas son una de las grandes contribuciones de la Región Andina a la alimentación mundial. Solamente en Ecuador, se estima que hay 550 variedades de papas nativas. Sin embargo, las papas nativas, y particularmente las de colores, han sido ignoradas por los productores y estaban al punto casi de desaparecer.

Cecilia Monteros, una investigadora del Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIAP) de Ecuador decidió hacer algo al respecto. En 2005, coordinó un proyecto para revalorizar las papas nativas y fortalecer su cadena de valor. “Nos dimos cuenta que los productores que visitamos ya no querían sembrar papas nativas, especialmente los agricultores más jóvenes, ni siquiera querían comerlas porque pensaban que estaban dañadas y no podían encontrar un mercado para esas papas. Muchos de los productores que visitamos incluso habían perdido las semillas de papas nativas”, dijo.

Como respuesta a esta problemática, Monteros lideró un grupo multi-nacional de investigadores que caracterizó el germoplasma de las papas nativas y liberó dos variedades con alto contenido nutricional. Además, trabajando con la industria, el grupo elaboró un snack de papas de colores que ha tenido buena aceptación en el mercado. El proyecto de papas nativas no solamente abrió nuevos mercados para los procesadores de papas, sino que además integró a los pequeños productores en cadenas de alto valor, estimulándolos a conservar los recursos genéticos de este importante cultivo. Más sobre el trabajo de Cecilia Monteros, aquí.​ 

Elizabeth toma notas mientras productores y técnicos discuten los resultados de las investigaciones en campos de yuca.


Los científicos constantemente están luchando contra las enfermedades y plagas que atacan los cultivos. Elizabeth Álvarez está ganando la batalla contra la enfermedad llamada cuero de sapo de la yuca, que es una seria amenaza a la producción de este cultivo en América Latina. Álvarez es una fitopatóloga del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) localizado en Colombia. Con apoyo financiero de FONTAGRO, dirigió un grupo de investigadores de Costa Rica, Paraguay y Colombia que y trabajó en coordinación con muchos productores de yuca en esos países para implementar innovaciones tecnológicas para manejar la enfermedad.

“Trabajamos para fortalecer las capacidades de los investigadores, técnicos de campo y productores para comprender la enfermedad del cuero de sapo. No solamente trabajamos con los científicos, sino también involucramos al sector privado, incluyendo a las asociaciones de pequeños productores. Sabemos que el trabajo en consorcios es un modelo exitoso. Las redes que formamos aún están activas y nos permiten conectarnos con otros aliados en otras iniciativas”, dijo.

En 2010, Álvarez ganó el Premio de la Excelencia Científica de FONTAGRO por su trabajo con investigadores de Venezuela, Ecuador y Colombia para reducir la aplicación de agroquímicos para el control de enfermedades de banano. Ella continúa trabajando en su laboratorio y en el campo con productores para combatir otras enfermedades de cultivos tropicales. Conozca más sobre su trabajo en este video.

Kelly Witkowski evaluando en el campo los beneficios del sistema de intensificación del cultivo de arroz con investigadores y productores.


Kelly Witkowski, una especialista en agricultura y cambio climático del IICA, trabaja para fortalecer las capacidades del sector agrícola de los países de América Latina y el Caribe para enfrentarse a los retos del cambio climático.

Actualmente, Witkowski coordina un proyecto que se enfoca en validar el sistema de intensificación del cultivo de arroz (SICA) en Colombia y la República Dominicana. Trabajando con profesionales locales, el proyecto está recolectando información de varias localidades en los dos países para comprender como el SICA puede incrementar la resiliencia al cambio climático usando menos agua, semillas y mano de obra al mismo tiempo que mejora la productividad del cultivo.

“Me emociona el SICA porque esta basado en principios agroecológicos y es una metodología flexible que puede ajustarse a las necesidades de todos los productores. Sus principios son constantes, pero las prácticas pueden variar para responder a las prioridades y habilidades del productor. Una vez los productores aprenden y manejan las prácticas, el SICA puede hacer contribuciones importantes para mejorar su resiliencia ante los factores adversos del cambio climático”, afirmó.

Siendo una profesional joven, Witkowski está muy interesada en utilizar todas las herramientas a su disposición para construir alianzas y comunicar los resultados, no sólo a través de los días de campo y demostraciones del proyecto, sino también a través de webinars, programas de radio y publicaciones. Su equipo está compartiendo los avances del SICA a través de una página en Facebook para diseminar el conocimiento en el tema a investigadores y otros interesados en América Latina. Más información acerca de su trabajo aquí.

Estos cuatro ejemplos demuestran el papel clave que desempeñan las mujeres para promover la investigación agrícola y el desarrollo tecnológico en América Latina. Actualmente el 16% de los proyectos co-financiados por FONTAGRO son dirigidos por mujeres, pero muchos más proyectos incorporan a mujeres científicas, técnicas de campo y agricultoras en sus redes, especialmente a nivel local. Estas mujeres están trabajando duro para desarrollar innovaciones y resolver muchos problemas críticos que enfrentan los pequeños agricultores, demostrando que hay un lugar para todos en la agricultura.

Las mujeres están a la vanguardia en el camino de la ciencia, tecnología y servicios de asesoría en muchos países y sus voces están agregando una perspectiva muy importante que es vital para los debates y las decisiones que se toman en la agricultura. Como estas cuatro mujeres ejemplifican, todo comienza con la construcción de redes, alianzas y relaciones de confianza donde las mujeres desempeñan un papel de liderazgo para pasar del discurso a la acción.

Seguramente hay muchas otras mujeres alrededor del mundo que buscan avanzar en posiciones de liderazgo, no sólo en la agricultura, sino en muchas áreas del conocimiento y la tecnología. Las organizaciones de desarrollo deben identificar y empoderar a grupos de mujeres y hombres “campeones” y construir una masa crítica de líderes visionarios, agentes de cambio y tomadores de riesgo para comenzar a equilibrar la ecuación de género.

Para mayor información:priscila.henriquez@iica.int