Bioinformática y nanobiotecnología pueden revolucionar la investigación agrícola actual
San José, Costa Rica, 27 de setiembre, 2012 (IICA).Enfocarse en la búsqueda de soluciones a los grandes desafíos que hoy tiene la agricultura, más que en las tecnologías que permitirían enfrentar esos retos, es una de las principales conclusiones de un foro técnico sobre convergencias tecnológicas e innovación en la agricultura, efectuado en la sede central del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
En el encuentro, el especialista en agricultura de precisión y profesor de la Universidad de La Florida, Fedro Zazueta, explicó que la tecnología es solo un componente para dar respuesta a los mayores problemas agrícolas actuales (como la mitigación y adaptación al cambio climático y el aumento de su aporte a la seguridad alimentaria), en una ecuación en la que también intervienen la economía, los riesgos en la salud y el ambiente, la aceptación de dicha tecnología por parte del consumidor y las políticas y reglamentaciones para su uso, entre otros factores.
El foro también contó con la participación de Silvia Restrepo, especialista en bioinformática y directora del Departamento de Biología de la Universidad de Los Andes (Colombia), y Pedro Rocha, coordinador del Área de Biotecnología y Bioseguridad del IICA.
Los panelistas coincidieron en que las condiciones variables a las que se enfrenta la agricultura actual, agravadas por el cambio climático y que afectan la seguridad alimentaria, pueden ser monitoreadas y contrarrestadas gracias a los avances en áreas como la bioinformática y la nanobiotecnología.
La ética también debe ser tomada en cuenta, pues para Zazueta, Restrepo y Rocha los costos de ambas tecnologías se han reducido y lo seguirán haciendo en el futuro, lo que impacta su disponibilidad y alcance y plantea el debate sobre su uso más adecuado.
Como ejemplo de la reducción de costos, citaron que en el 2005 hacer la secuenciación completa de un genoma costaba alrededor de US$10 millones, mientras que hoy cuesta US$10.000 y se espera que en pocos meses sea de US$1.000.
La discusión se extiende a la redistribución de los beneficios. De acuerdo con Arturo Barrera, gerente del Programa de Innovación para la Productividad y Competitividad del IICA, las convergencias tecnológicas ofrecen nuevas oportunidades, pero podrían intensificar las desigualdades sociales.
“Biousos” y “nanosoluciones”
“La bioinformática es el nuevo microscopio de la biología, porque permite entender los procesos que ocurren a nivel celular”, dijo Restrepo. Por ejemplo, explicó que facilita la identificación de genes de bacterias y hongos que atacan diferentes cultivos, para después poder combatirlos.
Esta ciencia además permite compartir información molecular y genética para agilizar las investigaciones. “En la papa descubrimos un patógeno similar al de la malaria, y dado que ya se han desarrollado muchos productos para combatirla, tomamos esos productos y vimos cuáles podrían servir para nuestro patógeno. Contar con esta información nos ahorró tiempo y recursos”, sostuvo Restrepo.
La nanobiotecnología, por otra parte, permite la creación de fertilizantes y herbicidas, el monitoreo in situ de factores ambientales y de crecimiento de las plantas, así como la prolongación de la vida útil de los alimentos, entre otras aplicaciones.
“Estos usos permitirán potenciar la agricultura de precisión, la cual persigue un aprovechamiento más racional de los recursos naturales, la eficiencia del proceso productivo y la disminución de costos”, manifestó Pedro Rocha.
Los especialistas coincidieron en que sin importar la tecnología, los esfuerzos deben dirigirse a lograr que sus beneficios sean aprovechados por los pequeños y medianos agricultores, con la responsabilidad como un criterio ético indispensable.
Además, Zazueta, Restrepo y Rocha consideraron que los países deben desarrollar marcos regulatorios que permitan garantizar el uso seguro de las nuevas tecnologías en la agricultura.
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