Por su tarea para fortalecer a los pequeños productores de El Salvador, Odette Varela, Directora General de la Escuela Nacional de Agricultura, es reconocida por el IICA como Líder de la Ruralidad de las Américas
San José, 26 de febrero de 2024 (IICA) - La Directora General de la Escuela Nacional de Agricultura (ENA) de El Salvador, Odette Varela, quien trabaja para dar herramientas que permitan salir de la pobreza a pequeños productores del país centroamericano y fortalecer a las mujeres rurales, fue distinguida como una de las “Líderes de la Ruralidad" de las Américas por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
En reconocimiento, Varela recibirá el premio “Alma de la Ruralidad”, parte de una iniciativa del organismo especializado en desarrollo agropecuario y rural para dar visibilidad a hombres y mujeres que dejan huella y hacen la diferencia en el campo del continente americano, clave para la seguridad alimentaria y nutricional y la sostenibilidad ambiental del planeta.
La ENA es un instituto tecnológico estatal, de educación superior, que fue creado en 1956 por el Ministerio de Agricultura y Ganadería, con el objetivo de formar a los profesionales del agro de El Salvador. Su prioridad es brindar oportunidades a jóvenes de familias de escasos recursos económicos, con vocación agrícola, provenientes de todo el territorio nacional.
Odette Varela, ingeniera agroindustrial con una rica trayectoria académica y profesional, se convirtió, en octubre de 2021, es la primera mujer que dirige la ENA. Desde este año es también la Directora Ejecutiva Interina del Centro Nacional de Tecnología Agropecuaria y Forestal (CENTA) de El Salvador, institución pública dedicada a la investigación científica, que provee soluciones innovadoras a la producción de alimentos.
La ENA cuenta hoy con unos 320 estudiantes, que se forman para ser técnicos agrónomos, en una carrera que tiene una duración de tres años y se hace en modalidad de internado. La mayoría de los estudiantes, quienes viven, trabajan y estudian en la Escuela, están becados, por lo que su formación es pagada por el gobierno de El Salvador, con apoyo de empresas privadas, ONGs y organismos internacionales. En la ENA se busca que los jóvenes aprendan haciendo. Los estudiantes realizan el trabajo de campo por la mañana y tienen la parte académica por la tarde.
“Trabajamos para atraer a los jóvenes, con nuevas tecnologías, y para promover una agricultura distinta en el país, que sea más productiva gracias a la ciencia y la investigación. También tenemos como prioridad la incorporación de mujeres. En la ENA hoy hay un 30% de estudiantes mujeres, lo que es un gran logro porque en El Salvador la formación en agricultura siempre fue considerada como exclusiva para los hombres. Era un tabú para las mujeres”, afirma Varela, quien tiene claro que su cargo le exige concentrarse especialmente en los agricultores más vulnerables.
“Los productores grandes –explica- saben cómo hacer sus negocios y pueden andar solos. Es nuestra obligación priorizar la asistencia a pequeños y medianos agricultores”.
El premio Líderes de la Ruralidad es un reconocimiento para quienes cumplen un doble papel irremplazable: ser garantes de la seguridad alimentaria y nutricional y al mismo tiempo guardianes de la biodiversidad del planeta a través de la producción en cualquier circunstancia. El reconocimiento, además, tiene la función de destacar la capacidad de impulsar ejemplos positivos para las zonas rurales de la región.
Reducir la dependencia de las importaciones
Nieta de un productor ganadero lechero, Varela se graduó como ingeniera agroindustrial y luego consiguió una beca para realizar una maestría en agronegocios en la Universidad Nacional de Ciencia y Tecnología de Pingtung, en Taiwán. Más tarde, nuevamente becada, hizo un doctorado en medio ambiente y agricultura, en el que se focalizó en la producción de biocarbono para la restauración de suelos agrícolas.
En su trayectoria profesional se destaca su paso por la Administración Nacional de Acueductos y Alcantarillados (ANDA) de El Salvador, donde se desempeñó en el área de en estudios de impacto ambiental, cambio climático y recuperación del recurso hídrico. También fue Directora de la Escuela de Posgrado en la Universidad Católica del Cibao (UCATECI), La Vega, de República Dominicana.
Desde su importante puesto actual, Odette Varela se propone contribuir al objetivo de reducir las importaciones de alimentos de El Salvador, que hoy alcanzan al 80% de lo que consume la población.
“Primero sufrimos la guerra civil, que duró unos 15 años, e hizo que la agricultura bajara su rendimiento, porque mucha gente emigró y quedaron pocos en la producción de alimentos. Luego vino la situación de violencia con las pandillas, que también redujo la productividad del país. Pero este es un país agrícola, con buenos suelos y mucha lluvia, por lo que podemos levantarnos. El Salvador ha crecido en población y hay una competencia por las tierras, entre las viviendas y la agricultura. Entonces tenemos que producir más en espacios más pequeños y educar a la población para lograr es nuestra misión”, cuenta.
La ENA produce alimentos de una gran variedad que se comercializan: pescados, aves, miel, vacas, cerdos, conejos, caprinos, leche y carne. También se procesan lácteos, hortalizas, frutales, café, cacao y hay invernaderos para la producción. Se realizan capacitaciones con drones y hay un gran énfasis en la agricultura digital, que ha contado con el apoyo de especialistas del Fab Lab, el laboratorio de innovación tecnológica para el sector agropecuario que funciona en la sede del IICA, en Costa Rica. También con el IICA se está montando una biorrefinería para la producción de biofertilizantes.
“En la ENA no hacemos agricultura orgánica, pero tratamos de hacer manejos agroecológicos, con uso de rastrojos, biocarbón, compost y microorganismos sólidos y líquidos. Hemos mejorado el suelo y la incidencia de plagas es más baja. Impulsamos la disminución de la aplicación de agroquímicos y el uso de biofertilizantes. Apostamos a la educación para dejar atrás la agricultura depredadora y ser resilientes frente al cambio climático, que afecta fuertemente la producción por los desastres naturales”, explica Odette.
Desde el CENTA se brinda asistencia técnica a agricultores familiares –muchos producen en menos de una hectárea- y se produce semilla básica de maíz y frijol, que son los alimentos básicos en la mesa de los salvadoreños. Además se brindan incentivos a través de la adjudicación de capital semilla, constituidos por fondos no retornables.
“Nuestro objetivo es incentivar a los jóvenes y cambiarles la perspectiva. La agricultura no es para los pobres, como a veces creen los propios productores. Por el contrario, es para emprendedores que pueden aprovechar grandes oportunidades”, dice Odette.
La directora de la ENA invita especialmente a las mujeres a formarse en una agricultura moderna y productiva: “Ser mujer no nos obliga a quedarnos trabajando en la casa. Podemos ocupar lugares importantes y ser líderes, además de llevar adelante un hogar y una casa. Las mujeres la tenemos más difícil, pero podemos cumplir nuestros sueños si estudiamos y trabajamos duro”.
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